lunes, 14 de diciembre de 2009

Grupo de orientación para padres/ cuidadores

Grupo de orientación para padres/ cuidadores
Módulo I:
“Mejores padres, mejores hijos”


El módulo tiene como objetivo organizar un espacio de reflexión y apoyo, para padres, madres y cuidadores. Brindará un tiempo para compartir y analizar experiencias cotidianas en la crianza de los hijos. Encontrando herramientas adecuadas para fortalecer los vínculos familiares.
El contenido de este primer módulo rescatará temas como disciplina, comunicación afectiva y los nuevos roles parentales.


Presentado por: Patricia Alarcón Durán
Dirigido a: Padres, madres y cuidadores
Duración: 1 mes (1 sesión por semana)
Horarios: Jueves 7:45 p.m. – 9:00 p.m.
Fecha de Inicio: Jueves 07 de Enero 2010
Lugar: Carlos E. Ferreyros 1008 Corpac San Isidro
Inversión: S/.200.00 por persona

Se entregará constancia por módulos

Promoción: Inscripciones hasta el 31 de Diciembre con un 10% de descuento.

Vacantes limitadas

Los pagos se realizan en:

Banco de Crédito:
Soles: 193-1559367-0-80
Dólares: 194-1576632-1-84

Código Interbancario:
Soles: 002-193-001559367080-13
Dólares: 002-194-001576632184-96

Cómo lidiar con la separación entre el niño y sus padres

Durante los próximos meses muchos niños/as pequeños/as ingresaran por primera vez a lo que puede ser la primera experiencia social con muchos otros niños de su edad. Definitivamente esto puede significar una gran crisis para ellos, como para sus padres

El recelo a los extraños suele presentarse a los siete meses de nacido y nuevamente al año de edad entre los niños que son criados en el hogar. Sienten menos miedo con un miembro de la familia o en los entornos conocidos. La edad en que ocurre la ansiedad ante extraños es variable, lo mismo que su intensidad y duración: hay bebés que nunca la presentan. Pero, cuando el niño conoce a un nuevo cuidador puede ser una experiencia sumamente traumática sobre todo cuando ya existe el miedo a extraños.

¿Cómo pueden enfrentar los padres la separación?
  • Explicar al niño que el padre/madre va a retirarse, que él va a iniciar una actividad con la profesora/cuidadora nueva.
  • Cuanto antes, la profesora/cuidadora debe tranquilizar y ayudar al niño en la transición o despedida.
  • Evitar las mentiras o engaños al niño, así como las escapadas de los padres o quitarles de los brazos al niños mientras llora, ya que posiblemente el niño asocie esas experiencias dolorosas y aterradoras con su cuidador nuevo

Aunque el niño quiere ser independiente y firme, a menudo lo atemoriza el sentido de separación o soledad. Cuando empieza a caminar experimenta al mismo tiempo sentimientos encontrados: ama a quien lo atiende, pero también lo reta. Es una ambivalencia que le ayuda a conciliar sus deseos con los del adulto. A menudo, puede observarse que el niño se aferra a su cuidador por un minuto para luego alejarse de él inmediatamente.

El niño que empieza a caminar, ya ejercita un gran autocontrol y es capaz de conservar la imagen mental de un progenitor ausente; por eso quizá logra tolerar varias horas de separación. Lo principal es que los padres puedan estar lo más tranquilos posibles para que la experiencia se logre de la mejor manera posible, de lo contrario el niño pequeño captará la ansiedad y angustia y la sumará a la suya propia, creándose un caos e incertidumbre difícil de contener y manejar.

* Texto adaptado del libro Desarrollo Social de los niños de Marjorie Kostelnik (2009)

Individualización y socialización en los niños pequeños

Dos funciones del desarrollo social entran en acción desde el primer día de vida: la socialización es el proceso que incluye la capacidad de cooperar en un grupo, de regular la propia conducta conforme las normas sociales y de llevarse bien con los demás y la individualización es el proceso mediante el cual se desarrolla el yo o la identidad personal y ocupa un lugar en el orden social.

Durante el primer año de vida, el niño coopera con la persona que lo cuida, como lo muestra el hecho de levantar las piernas cuando se le cambia el pañal. Empieza a captar las diferencias sutiles entre individuos y a entender el mundo de las disposiciones donde se manifiestan los sentimientos e inclinaciones. Al actuar, lo hace con la clara intención de influir en la conducta del adulto. El fundamento de la cognición social surge tras contactos diarios donde se da una reacción sincrónica entre ambos. Ese contacto e esencial en el proceso. De lo contrario no se premiarían las expectativas sociales. El niño puede convivir con unos cuantos cuidadores como sus padres, profesores y nanas, pero renuncia al contacto social si trata con varios adultos durante un día o más de una semana. En el nido adquiere expectativas acerca de quienes lo atienden normalmente. Pero si no son siempre las mismas personas, no tendrá la oportunidad de saber qué esperar de tantos adultos diferentes.

El niño a los dos años de edad practica ser un individuo dotado de voluntad propia, además de comenzar a adquirir el sentido de autonomía. Puesto que ya domina la capacidad de gatear y el caminar, está en condiciones de ensayar otras formas de alcanzar los objetivos. La aparición de una voluntad propia se acompaña de suficiente autocontrol que le permite obrar. De la necesidad de regular los movimientos corporales nace el sentido de autonomía. Si el niño logra controlar su cuerpo cuando empieza a caminar, podrá hacer lo mismo con sus acciones. Pero, si no se le permite, dudará de su capacidad de hacerlo. Probablemente por ello la libertad de desplazarse en el piso y la suficiente independencia se relacionan con la capacidad de internalizar el autocontrol. Hacia la mitad del segundo año de vida, el niño adquiere conciencia de sí mismo y entonces puede reflexionar sobre su persona. Capacidad que se refleja en expresiones como “Mío” o “Yo quiero”, esto significa que pueden empezar a reflexionar sobre sus ideas y sentimientos.
El proceso de convertirse en individuo y luego en miembro de un grupo inicia en la infancia, aunque no concluye del todo. El autocontrol, la identidad y el lugar del individuo dentro del grupo es un proceso inacabado de aquellos a quienes se integra en la cultura a través de la socialización.

* Texto adaptado del libro Desarrollo Social de los niños de Marjorie Kostelnik (2009)

lunes, 7 de diciembre de 2009

INSTITUTO DÆDALOS
PARA LA SALUD Y EL BIENESTAR EMOCIONAL


Web: http://www.institutodaedalos.com/talleres.htm
Blog: http://www.institutodaedalos.blogspot.com/

Horarios de Atención:
Lun - Vier 2:30 - 8:30 p.m. / Sáb. 8:30 - 1:30 p.m


Teléfono: 242-6940 Celular: 9977-2-184


TALLER DE VERANO: Jugando para vivir

El taller tiene como objetivo que su hijo(a) encuentre herramientas útiles
para desenvolverse y adaptarse a las experiencias y límites que su edad le presenta,

1. Reconociendo y aceptando sus emociones

2. Transformando sus frustraciones.

3. Descubriendo y potencializando sus habilidades

Temas a trabajar:

1. Inteligencias Múltiples: emocional, musical, corporal, ecológica, interpersonal, verbal, lógica-matemático, etc.

2. Atención - Concentración: seguimiento de instrucciones, tiempo adecuado de trabajo, retención de información, etc.

3. Autoestima: personal, familiar, académica y social.

4. Habilidades sociales

Presentado por: Melany Cachay Méndez y Gisella Vargas de los Ríos

Dirigido a: Niños y Niñas de 6 a 10 años

Duración: 9 semanas (10 sesiones, una vez por semana)

Horarios: Sábados de Enero y Febrero del 2010 (11:30 a 1:00 p.m.)

Fecha de Inicio: Sábado 09 de Enero

Fecha de Clausura: Sábado 27 de Febrero

Lugar: Carlos E. Ferreyros 1008 Corpac San Isidro

Inversión: S/.400.00 por niño (incluye materiales)

* Promoción: Inscripciones hasta el 31 de Diciembre con un 10% de descuento.

Vacantes limitadas

Los pagos se realizan en:

Banco de Crédito:
Soles: 193-1559367-0-80
Dólares: 194-1576632-1-84

Código Interbancario:
Soles: 002-193-001559367080-13
Dólares: 002-194-001576632184-96

El juego en / de / con los niños

Dos niños están jugando al papá y a la mamá, representando los papeles de esposo y esposa.
Ana: (mirando un caballito de madera) “Tengo que irme”
Felipe: “¿Ir?”
Ana: “Ir a trabajar”
Felipe: “No, tú cocina”
Ana: “No puedo cocinar, tengo que ir a trabajar” (Se sube al caballo y empieza a mecerse)
Felipe: “No, tú cocinas y haces cosas. Yo iré a trabajar” (Sostiene las riendas del caballo de madera)
Ana: “Llegaré tarde al trabajo. Tú quédate y cocina”
Felipe: “¿No sabes? Tú cocinas y yo voy a trabajar”
Ana: (Tratando en vano de mecerse) “Te bajaré más adelante en mi camino al trabajo”
Felipe: (Monta el caballo detrás de Ana)


Guillermo vio a Carlos entrar emocionado y expectante en el salón de juegos para niños de 3 y 4 años. Corrió hacia él, ansioso por jugar, y tomándolo por las rodillas lo tumbó con gran estrépito. Carlos lloró y trató de desprenderse. Con profunda tristeza Guillermo dijo: “No quiere jugar conmigo”.

En la primera viñeta, el juego de los niños casi se frustra por tener una idea distinta de los papeles que estaban representando. Felizmente, consiguieron coincidir en algo: ir al trabajo en el caballo, aunque no comprendieron el problema de su distinta percepción del papel de la esposa. La madre de Ana había trabajado durante los primeros 4 años de vida de ella y la madre de Felipe era ama de casa. Ambos niños encontraron la manera de conciliar sus puntos de vista y continuaron el juego, aunque sin comprender sus diferencias ni los tipos de familias.

En la segunda viñeta, vemos una típica escena social en niños pequeños, el egocentrismo, que no es el ensimismamiento en uno mismo, sino representa la dificultad de pensar en el otro como un individuo distinto y particular de uno mismo. Así Guillermo intentó jugar, a su modo, con Carlos y el mensaje no fue bien recibido por el segundo quien más bien se vio en una situación bastante amenazadora y descontrolada.

El juego es una actividad común y compleja a la vez, que predomina en la niñez temprana, sin dejar de constituir un terreno común de los intercambios sociales a medida que el niño va madurando.

Aunque es difícil definir el juego posee características evidentes:
- Es esencialmente placentero
- El niño participa activamente
- Es intrínsecamente motivador, es decir, es un fin en sí mismo
- Es voluntario
- Es no literal, es decir, no es algo serio ni de mucha importancia desde la perspectiva del niño
- Los participantes son quienes determinan el carácter de juego

Juego y desarrollo emocional
Al parecer, el niño que disfruta el juego y que juega con mayor frecuencia es más feliz que quienes juegan poco. Es divertido estar con él, goza de mayor aceptación y popularidad que los menos diestros. Con el juego imaginario se consigue integrar el temperamento, la experiencia y los conceptos que le ayudan al niño a entender la importantísima pregunta: “¿Quién soy?”

La selección de los papeles representados por el niño refleja su inquietud por las relaciones ligadas a la crianza y manutención, por la dicotomía agresor/víctima, por el bien y el mal, etc. En el caso de los niños de mayor edad, refleja el interés por sus fantasías más temidas.

Por medio del juego el niño desvalido y de baja estatura puede convertirse e una persona fuerte y poderosa, el niño tímido en una persona valiente, el niño sumiso quizá finja ser un verdadero tirano. Los niños exploran emocionalmente los temas más emotivos, manteniendo al mismo tiempo cierta distancia respecto a ellos mismos.

El juego impulsa al crecimiento emocional porque permite afrontar los conflictos o existencias dentro de un contexto neutral. Los niños pequeños demuestran o aprenden emociones, así como la manera de expresarlas y controlarlas. La práctica en la interpretación de las manifestaciones emocionales de los otros durante el juega mejora su competencia emocional. En el juego imaginario uno puede fingir impunemente dolor, ira, preocupación, miedo, amor y desaliento. El juego permite moldear las experiencias personales, además de explorar alternativas y posibilidades antes de adoptar una solución.

Al jugar con otros, el niño aprende a relacionarse en una situación donde se siente seguro y “nada es verdad” y adquiere una sensación de poder y control al manipular objetos y estímulos para su provecho. La retroalimentación directa que le brindan otros y el éxito con algunos materiales contribuye al desarrollo de la autoidentidad como alguien que influye en el mundo.

* Texto adaptado del libro Desarrollo Social de los niños de Marjorie Kostelnik (2009)

Aprendiendo a leer

“No leí un libro completo hasta los 12 años. Ahora les leo a mis hijos
en parte para leer todos los libros que no leí de niño” (Luis, 41 años)

Si se detiene a considerar lo que implica aprender a leer, no debería de sorprenderle que su hijo necesite su ayuda para convertirse en lector de por vida.
Entre los cuatro y los nueve años, su hijo tendrá que dominar unas cuantas reglas fonéticas, aprender a reconocer tres mil palabras de una mirada y desarrollas una cómoda velocidad de lectura cercana a las cien palabras por minuto. Debe aprender a combinar las palabras que están en la página con una media docena de rayitas llamadas signos de puntuación para convertirlas en algo – una voz o una imagen en su mente – que represente un significado.
Este es sólo el comienzo. Entre los nueve y los quince años, su hijo tendrá que duplicar esa velocidad de lectura, expandir su vocabulario reconocido a cincuenta mil palabras, aprender a pasar la vista por encima de algunas secciones del texto y a detenerse para estudiar otras, todo mientras simultáneamente cuestiona el texto y aprecia el arte del autor. El novelista John Steinbeck resumió la tarea de aprender a leer como “el mayor esfuerzo que emprende la mente humana, y debe hacerlo cuando es un niño”.
Pero, su hijo no puede ni podrá hacerlo solo. Para convertirse en un verdadero lector, su hijo lo/la necesita. Su hijo necesita unos padres que:

- Le leerá
- Lo escuchará leer cuando sea pequeño
- Le hablará sobre la lectura cuando es más grande
- Dispondrá de un momento tranquilo de manera que la lectura pueda tener lugar
- Comprará o pedirá prestado libros y otra materiales de lectura
- Colaborará con los maestros de la escuela
- Servirá como modelo de lectura e interés en los libros en la edad adulta

Sin usted, es improbable que su hijo desarrolle las actitudes que hacen que la lectura sea fácil y divertida. Sin usted, su hijo puede caer en esa disminución de la lectura del cuarto año que afecta a un tercio de nuestros niños. Sin usted, su hijo muy bien puede perder el interés en la lectura de los doce o trece años, precisamente cuando es capaz de avanzar hacia los libros adultos. Sin usted, es improbable que su hijo se convierta en un lector de por vida.

Desgraciadamente, aprender a leer no es una tarea fácil. No es como aprender a caminar, por ejemplo, porque el instinto específico de la lectura no es parte de nuestra composición genética. Aprender a leer tampoco es como aprender a patear una pelota o a tocar el piano. Si los niños muestran poca habilidad para el fútbol o para la música, sabemos que la vida ofrece muchas otras salidas para su energía y creatividad, pero si los niños no aprenden a leer, virtualmente serán inválidos cuando intenten enfrentarse a la vida moderna.

En una época, por supuesto, la capacidad de leer era necesaria sólo para un limitado número de la población. A los reyes y reinas medievales se les leían las cartas y manuscritos. Los campesinos medievales vivían en un mundo de lenguaje hablado y tenían pocas razones para aprender a leer. Hasta el siglo XIX, menos de una persona de cada diez era capaz de leer, aun en los países occidentales. Cuando las novelas de Charles Dickens aparecieron por primera vez en 1830, no fueron arrebatadas por masas de ingleses ansiosos por el último best-seller. Eran compradas por entregas, como revistas, por familias y grupos de amigos que quizá tenían entre ellos a un “lector”. Era la tarea del lector leer el libro en voz alta al resto de la familia o a los compañeros en el trabajo o en la taberna.

A lo largo de la mayor parte de la historia, la lectura se ha hecho en voz alta. Relatos renacentista sobre la biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford comentan el ruido hecho por docenas de eruditos todos leyendo en voz alta al mismo tiempo. La lectura silenciosa fue una invención de la era victoriana.

La mayoría de los educadores saben que leer los libros en voz alta es muy importante para los niños pequeños. De acuerdo con un estudios hecho en 1991 por el departamento de comunicaciones de Canadá, casi dos tercios de todas las familias con niños de menos de catorce años dicen que encuentran tiempo para leer en voz alta con regularidad. Se informa que estas familias emplean un promedio de 22 minutos al día en leer o en escuchar leer a sus hijos o en comentar lo que se está leyendo.

Tristemente, el mismo estudio revela el tiempo familiar pasado en la lectura conjunta declina rápidamente a medida que los niños crecen. Aparentemente, sólo una fracción diminuta de las familias lee en voz alta juntos durante más de unos pocos años en la vida del niño. Los padres están demasiado ocupados, cansados o les parece más fácil encender la tele o poner un video.

Se deben evitar estas conductas, ya que no interesa dónde lea, cuándo lea o lo bien que lea. Todos los padres son los mejores lectores para sus propios hijos. Lo que sí es importante es que los padres lean con su hijo y no que le lea a su hijo. La hora de la lectura no es simplemente el momento de abrir un libro y leer en voz alta. Es el momento de abrir un libro para compartir la lectura y las ideas.

Puesto que la lectura puede ser una experiencia social y de encuentro, ésta siempre debería de estar acompañada de abrazos, conversación, bromas, preguntas y respuestas. Especialmente para los niños mayores algunas de las experiencias más valiosas de la lectura no son la lectura en sí.

Muchas familias pueden estar atravesando por situaciones de crisis – separaciones, divorcios, duelos, desempleos. En estas situaciones, la hora de la lectura puede ser un punto único y estable en medio de tanto caos emocional.

* Texto adaptado del libro “Cómo fomentar la lectura en los niños” (1994) de Paul Kropp.