Nota editorial
El presente libro plasma y transmite lo
vivido en el VIII Congreso titulado Cuerpo, Afecto y Lenguaje que fuera
organizado por la decimotercera promoción del Centro de Psicoterapia
Psicoanalítica de Lima en julio de 1999. Compilar, editar y publicar los trabajos
de los diversos ponentes ha sido un constante desafío durante estos últimos
meses, luego de que decidiéramos sacarlos a la luz con el titulo de EL
TRIÁNGULO DE LA COMUNICACIÓN.
Lo que nos motivó para dar origen al
libro fue poder compartir los aportes recogidos. Tenemos la esperanza de que,
al publicarlos, podamos contribuir de algún modo a difundir las ideas que se
generaron allí y a sembrar las ganas de seguir investigando y reflexionando en
torno a temas que, al final de cuentas, son de vital interés para todos.
Como profesionales a los que nos
concierne el ejercicio de una psicoterapia psicoanalítica, constantemente
atendemos demandas para hacer frente al dolor, la angustia, las separaciones,
la muerte y otros padecimientos con los que la realidad nos confronta. Es decir
que necesitamos también integrar aquellos aspectos que nos dan nuestra
identidad psicoterapéutica, para lo cual requerimos contar con material que
alimente un desarrollo constante y dinámico, a la vez que ofrezca elementos para
comprender y sostener una amplia y variada gama de emociones.
El cuerpo es una suerte de escenario
viviente donde se amalgama y contienen los significantes de la identidad.
Cuando el cuerpo tiene algún malestar, éste puede convertirse en un síntoma que
exprese aquello que no alcanza a traducirse en palabras, que es insonoro. El
cuerpo es así un sitio de dolencia, un cuerpo que se expresa a través de
adicciones, cefaleas, dolores de diversa índole e incluso trastornos como la
anorexia y la bulimia, Esto significa que disminuye su funcionamiento
vitalidad, coadyuvando a que sea más difícil dar un significado a la
existencia, o dando lugar a que surjan modalidades defensivas porque el yo está
tolerando lo doloroso y responde entonces con la actuación.
El amor y el odio, aunque antagónicos,
son sentimientos necesarios para luchar también por nuestros sueños, metas y
otras aspiraciones. Ambos entrañan un continuo de emociones que le dan color a
la vida, traduciéndose en las diferentes acciones y movimientos que realizamos.
Por ejemplo, cuando se habla de espacio transicional, juego, creatividad y
apreciación artística, estos afectos van a requerir de cierta violencia para
trascender, para llegar a la culminación. Sin embargo, si algo nos aflige en la
vida la actitud que podemos manifestar es de silencio, temor, soledad,
angustia, separación, duelo, melancolía, e incluso suicidio y muerte. La vida,
en ese sentido, nos exige estar preparados para enfrentar tanto el dolor como
el júbilo que a nuestro paso podamos encontrar.
El lenguaje contiene la melodía y el
ritmo de los pensamientos, sentimientos, imaginación, convicción y pasión que
se cultivan en un enlace de interacción social, es decir en el encuentro con el
otro, lo cual nos permite investigar, cuestionar y crear.