Niños en edad de guardería que sólo balbucean frases de dos palabras.
Escolares de primaria que no pueden concentrarse para hacer las tareas más simples: hoy en día hay que hacer frente a estos nuevos “trastornos crónicos”.
Interesante artículo chileno nos informa sobre un tipo de nuevo trastorno que padres, educadores y profesionales de la salud vemos cada vez más en nuestro medio.
“Estamos experimentando cómo en los niños va en aumento el déficit de desarrollo y los comportamientos alterados a consecuencia de una creciente sobreestimulación a través del ordenador y la televisión, donde al mismo tiempo se observa un apoyo familiar pobre, que entorpece persistentemente el desarrollo social e intelectual. Tenemos que tratar estos nuevos trastornos infantiles con nuevos conceptos terapéuticos, de lo contrario vamos a perder una generación completa,” dice Thomas Fischbach, presidente de Pediatría.
Según el doctor Antonio Pizzulli, “sobre todo se trata de niños de familias discriminadas socioeconómicamente y por falta de formación. Estos niños no es que estén menos dotados que otros desde su nacimiento, sino que su déficit de desarrollo se debe a un apoyo pobre tanto dentro como fuera de la familia.” La falta de propuestas y al mismo tiempo el “apalancamiento” delante del ordenador, la playstation y el televisor lesionan el cuerpo, la mente y la psique de estos niños y causan los nuevos trastornos infantiles.
Ya el 35% de todos los niños entre 8 y 12 años utilizan Internet. Este de por sí desarrollo positivo conlleva ciertos peligros: tanto los chicos como las chicas tienen acceso a lo que ofrece Internet de forma incontrolada; se enfrentan a imágenes que no pueden asimilar.
Por desgracia, la mayoría de los niños también pasan demasiado tiempo delante de la televisión. Los niños de 3 a 5 años pasan una media de 76 minutos al día delante de la pantalla del televisor, los niños de 10 a 13 años unos 113 minutos. Un papel importante lo juega el acceso al televisor. Así, los niños – sobre todo los adolescentes – con aparato propio ven más tele que aquellos que no poseen uno. En estos momentos, uno de cada tres niños con una edad de entre 6 a 13 años dispone de un televisor propio – tendencia que va en aumento, como ha puesto de manifiesto la Unión para la Investigación de Medios Pedagógicos Südwest.
El consumo de tele excede en muchos niños la capacidad de asimilar todas las impresiones, los estímulos y las cargas emocionales que recibe la psique. Las consecuencias son obvias: los niños en edad escolar “zapean” en clase como con la programación de la tele, porque los medios suministran las informaciones en secuencias cortas y los niños se acostumbran al cambio rápido de imágenes.
Escolares de primaria que no pueden concentrarse para hacer las tareas más simples: hoy en día hay que hacer frente a estos nuevos “trastornos crónicos”.
Interesante artículo chileno nos informa sobre un tipo de nuevo trastorno que padres, educadores y profesionales de la salud vemos cada vez más en nuestro medio.
“Estamos experimentando cómo en los niños va en aumento el déficit de desarrollo y los comportamientos alterados a consecuencia de una creciente sobreestimulación a través del ordenador y la televisión, donde al mismo tiempo se observa un apoyo familiar pobre, que entorpece persistentemente el desarrollo social e intelectual. Tenemos que tratar estos nuevos trastornos infantiles con nuevos conceptos terapéuticos, de lo contrario vamos a perder una generación completa,” dice Thomas Fischbach, presidente de Pediatría.
Según el doctor Antonio Pizzulli, “sobre todo se trata de niños de familias discriminadas socioeconómicamente y por falta de formación. Estos niños no es que estén menos dotados que otros desde su nacimiento, sino que su déficit de desarrollo se debe a un apoyo pobre tanto dentro como fuera de la familia.” La falta de propuestas y al mismo tiempo el “apalancamiento” delante del ordenador, la playstation y el televisor lesionan el cuerpo, la mente y la psique de estos niños y causan los nuevos trastornos infantiles.
Ya el 35% de todos los niños entre 8 y 12 años utilizan Internet. Este de por sí desarrollo positivo conlleva ciertos peligros: tanto los chicos como las chicas tienen acceso a lo que ofrece Internet de forma incontrolada; se enfrentan a imágenes que no pueden asimilar.
Por desgracia, la mayoría de los niños también pasan demasiado tiempo delante de la televisión. Los niños de 3 a 5 años pasan una media de 76 minutos al día delante de la pantalla del televisor, los niños de 10 a 13 años unos 113 minutos. Un papel importante lo juega el acceso al televisor. Así, los niños – sobre todo los adolescentes – con aparato propio ven más tele que aquellos que no poseen uno. En estos momentos, uno de cada tres niños con una edad de entre 6 a 13 años dispone de un televisor propio – tendencia que va en aumento, como ha puesto de manifiesto la Unión para la Investigación de Medios Pedagógicos Südwest.
El consumo de tele excede en muchos niños la capacidad de asimilar todas las impresiones, los estímulos y las cargas emocionales que recibe la psique. Las consecuencias son obvias: los niños en edad escolar “zapean” en clase como con la programación de la tele, porque los medios suministran las informaciones en secuencias cortas y los niños se acostumbran al cambio rápido de imágenes.
Los profesores y las profesoras constatan con preocupación que muchos niños tras el fin de semana o los días de vacaciones se sientan en las aulas totalmente agotados y sin capacidad de concentración y apenas pueden seguir la clase. “Esta evolución que produce preocupación se confirma científicamente: por término medio, los niños ven mucha tele durante el fin de semana.
El momento álgido del uso que hacen de la televisión se encuentra entre las 18:45 y las 20 horas. Los viernes a las 21:45, aún uno de cada cinco niños se encuentra delante del televisor, los sábados a las 22:45, son por lo menos un diez por ciento de los niños.
Las escenas de violencia y terror que se enseñan en muchas películas pueden desencadenar comportamientos alterados y, en el peor de los casos, incluso reducir la capacidad para frenar la disposición a usar la violencia. Incluso en películas supuestamente para niños pueden aparecer escenas cuya idoneidad para los pequeños teleespectadores puede ser muy dudosa. La muerte de un animal en un telefilme puede ser en cierta forma más triste y abrumador para un niño que el reportaje de una catástrofe natural con numerosas víctimas.
EL USO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: EVITAR LAS CARGAS PSÍQUICAS
Las escuelas y las guarderías no pueden igualar este déficit, pero tampoco, unas medidas terapéuticas como la “ergoterapia” o la “logopedia” tampoco pueden compensar un desarrollo deficitario causado por una crianza pobre.
Los padres deberían ocuparse en serio de los peligros de la sobreestimulación. Cuando en el tiempo libre hacen muchas cosas con sus hijos y les muestran su atención y cariño, potencian en cualquier caso su salud psíquica.
El uso del ordenador y la televisión deberían completar sólo de forma sensata el desarrollo de los niños y no acaparar por completo su tiempo libre. Los padres pueden ser un buen modelo en este contexto y enseñar a sus hijos un manejo consciente de los medios.
Además, es importante que al final de una emisión televisiva los niños puedan conversar con los adultos sobre el contenido. Estos pueden aclarar escenas con carga emocional, tranquilizar y consolar. A menudo, es suficiente con escuchar con atención cuando los niños cuentan lo que han visto.
Las escenas de violencia y terror que se enseñan en muchas películas pueden desencadenar comportamientos alterados y, en el peor de los casos, incluso reducir la capacidad para frenar la disposición a usar la violencia. Incluso en películas supuestamente para niños pueden aparecer escenas cuya idoneidad para los pequeños teleespectadores puede ser muy dudosa. La muerte de un animal en un telefilme puede ser en cierta forma más triste y abrumador para un niño que el reportaje de una catástrofe natural con numerosas víctimas.
EL USO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: EVITAR LAS CARGAS PSÍQUICAS
Las escuelas y las guarderías no pueden igualar este déficit, pero tampoco, unas medidas terapéuticas como la “ergoterapia” o la “logopedia” tampoco pueden compensar un desarrollo deficitario causado por una crianza pobre.
Los padres deberían ocuparse en serio de los peligros de la sobreestimulación. Cuando en el tiempo libre hacen muchas cosas con sus hijos y les muestran su atención y cariño, potencian en cualquier caso su salud psíquica.
El uso del ordenador y la televisión deberían completar sólo de forma sensata el desarrollo de los niños y no acaparar por completo su tiempo libre. Los padres pueden ser un buen modelo en este contexto y enseñar a sus hijos un manejo consciente de los medios.
Además, es importante que al final de una emisión televisiva los niños puedan conversar con los adultos sobre el contenido. Estos pueden aclarar escenas con carga emocional, tranquilizar y consolar. A menudo, es suficiente con escuchar con atención cuando los niños cuentan lo que han visto.
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