En el área de la personalidad, tanto las tempranas experiencias corporales como la presencia de un entorno cálido y consistente resultan importantes para la constitución de una imagen corporal que forma parte de nuestra forma de ser y actuar en el mundo, no menos relevante es que el cuerpo responde a un discurso social que nos hace partícipes de un imaginario colectivo.
En líneas generales, el tatuaje posibilita externalizar un amplio espectro de situaciones afectivas a la vez que constituye, bajo ciertas circunstancias, un medio eficaz para ligar y dotar de representabilidad a estados internos de tensión y angustia. Por lo tanto, cumple esencialmente la función de un “operador psíquico” de distintos alcances. Se podría decir que la piel se utiliza como un espacio intermedio donde el dibujo adquiere un carácter de transicionalidad. Su aparición en la adolescencia correspondería a dos vertientes principales: el procesamiento de duelos y la temática de la identidad.
“Es mi cuerpo. Yo hago con mi cuerpo lo que quiera”
Los cambios puberales inciden en la experiencia corporal inmediata, es decir, se dan modificaciones en la apariencia física, y en la representación mental del cuerpo o la imagen corporal. Que este crecimiento físico pueda ser asimétrico y que haya un resultado final incierto o insatisfactorio, supone de por sí un motivo importante de frustraciones. Es en este contexto, en el que aun prevalecen vivencias de ajenidad, cuando es más probable que se presente la inclinación a tatuarse.
Esto apoyaría la idea de un desfase entre los cambios corporales y la posibilidad de duelar la pérdida del cuerpo infantil. Así, a la falta de una elaboración mental que requiere otros tiempos, la naciente representación de un cuerpo adulto es tramitado a través de un acto concretizado en la piel.
“Me hace sentir seguro tener un dragón en mi cuerpo. Cambias de personalidad”
En cuanto al procesamiento de las nociones edípicas, la elección del diseño ilustra el predominio de ciertas identificaciones y pueden constituir una manera de contrarrestar un conflicto subyacente en el armado de la identidad sexual:
- Tatuajes que revelan un simbolismo fálico en las mujeres: cobra, serpientes
- Tendencias pasivo-femeninas en los hombres: Piolín, Hello Kitty
- Tatuajes que reflejan fantasías de bisexualidad: seres o animales mitológicos, ángeles
- Las inscripciones alusivas a nombres de uno o ambos padres o el tatuar sus rostros nos hablan de la persistencia de lazos edípicos.
Así mismo, cierta cuota de la omnipotencia infantil tiende a conservarse en la cualidad mágica del tatuaje, a veces expresada explícitamente, esto es, desde adquirir las cualidades que se le atribuyen al dibujo, hasta vivenciar que mediante el tatuaje ocurre una transformación radical en el sentir actuar del sujeto tatuado.
Otros diseños que representan momentos felices, sean de unión familiar, de la pareja, un nacimiento, etc. estarían expresando un modelo idealizado de vida, así como la fantasía de perduración de dichos momentos. Así mismo, el tatuaje también puede aparecer frente a pérdidas reales como recuerdo simbólico y eterno.
“El tatuaje es un sentimiento. No cualquiera se hace un tatuaje”
Con respecto al tema de la identidad, un primer tema es que, por sus mismas características cambiantes, la adolescencia es una etapa de crisis en la identidad que normalmente culmina en una mayor estabilidad personal. Por esto, son esperables y deseables los intentos de autoafirmación. El punto aquí es cómo el tatuaje advino en una de los medios privilegiados para expresarla.
Existe un acento colocado en lo vivencial, pareciera que existe una experiencia subjetiva que refuerza un sentido de mismidad. También está presente un efecto de apuntalamiento de la autoestima, donde el dibujo representando asume a menudo la función de compensar sentimientos de desvalorización. Otro aspecto a tener en cuenta es la necesidad de identificarse con algo o alguien y la búsqueda de una pertenencia grupal.
* Texto adaptado del libro “Tatuajes. Una mirada psicoanalítica” de Silvia Reisfeld, publicado en el 2004.
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