Es probable que más de una vez haya estado a merced del monstruo de los celos y haya sido alentado/a por sus amigos, hermanos o demás a “investigar” a su pareja, cual detective privado, o haya puesto más atención a ciertos cambios en él o ella.
Interesados en las diferentes reacciones que se pueden tener ante una infidelidad, investigadores de la universidad de Málaga decidieron hacer hincapié en las diferencias entre hombres y mujeres ante este difícil tema.
Básicamente, la investigación estuvo orientada a conocer las diferencias entre hombres y mujeres en las situaciones desencadenantes de celos, así como el proceso de comparación social inherente a dicha emoción. Con este objetivo, un total de 408 hombres y 415 mujeres, españoles, con una edad media de 38 años, respondieron ante una hipotética infidelidad, sexual o emocional, de su pareja con un supuesto rival, cuyas características de dominancia y atractivo físico fueron manipuladas por los investigadores.
De acuerdo con la hipótesis de partida, la infidelidad sexual es la que más celos e ira genera tanto a hombres como a mujeres, lo que coincide con el planteamiento sociocultural: la agresión al elemento pasional supone la amenaza a la exclusividad de la relación amorosa.
El análisis de las diferencias de género refleja una reacción de ira y de celos menor en los hombres ante la infidelidad emocional, lo que está apoyado por abundante bibliografía.
Sin embargo, no se ha encontrado en el presente trabajo apoyo empírico a la hipótesis de que exista mayor preocupación masculina ante la infidelidad sexual, siendo ésta la que más practican los hombres.
Respecto al proceso de comparación social con el rival, parece que la autoestima de hombres y mujeres corre mayor peligro ante rivales que no son sobresalientes en aquellos ámbitos que cada género considera como pilar de su identidad. Descubrir que nuestra pareja está interesada en un individuo no deseable socialmente es un duro golpe para la autovaloración personal.
Esto podría ser explicado por un peor ajuste social. Es más aceptable, desde el punto de vista social, que nuestra pareja sea infiel con una persona valorada; una aventura con una persona no deseable supone un mayor insulto y amenaza a la autoestima.
Las diferencias encontradas en cuanto a las características del rival en función del tipo de infidelidad sugieren que un tercero no valorado es el que más amenaza la autoestima, mientras que uno valorado amenaza la exclusividad relación. Diversas investigaciones proporcionan soporte empírico a la mayor importancia que los hombres dan al atractivo físico de ellas, así como al especial interés que las mujeres poseen por el poder adquisitivo de ellos. Parece que este tipo de demandas ha llevado a cada género a valorar más, en su autoconcepto, aquellas características que le aumentan la probabilidad de ser elegido/a como pareja.
También se han hallaron interesantes tendencias:
Existe aparentemente mayor sentimiento de inferioridad que presenta el hombre ante la infidelidad sexual, ya que podría ser indicador del daño al amor propio masculino. Esta dirección ha sido señala por diversos estudios que han reflejado como los hombres relacionan el sexo con los logros personales y el orgullo.
En la escala “miedo o inseguridad” se pregunta por el sentimiento de celos y de amenaza, siendo la única ocasión en que la mujer señala la situación emocional como la más estresante. Diversos autores defienden que para las mujeres el sentido de sí mismas y de su propia dignidad está fundado en su capacidad para crear y mantener relaciones, por lo que tienden a proteger la continuidad de la misma.
De esto se podría vislumbra una preocupación, amenaza y ansiedad más alta ante la infidelidad emocional para la mujer, mientras que el hombre se siente más avergonzado, infravalorado e inferior ante la sexual.
Finalmente, el análisis de las diferencias entre sexos refleja: una respuesta emocional de mayor intensidad en las mujeres; tendencias en los hombres a manifestar una preocupación menor por la infidelidad emocional y la percepción de amenaza a su autoestima ante la infidelidad sexual; una mayor sensación de peligro para la continuidad de la relación por parte de las mujeres ante la infidelidad emocional. También se ha observado que un rival no valorado, en aquellos campos de autodefinición de cada sexo, suscita un mayor sentimiento de inferioridad.
El análisis de las diferencias de género refleja una reacción de ira y de celos menor en los hombres ante la infidelidad emocional, lo que está apoyado por abundante bibliografía.
Sin embargo, no se ha encontrado en el presente trabajo apoyo empírico a la hipótesis de que exista mayor preocupación masculina ante la infidelidad sexual, siendo ésta la que más practican los hombres.
Respecto al proceso de comparación social con el rival, parece que la autoestima de hombres y mujeres corre mayor peligro ante rivales que no son sobresalientes en aquellos ámbitos que cada género considera como pilar de su identidad. Descubrir que nuestra pareja está interesada en un individuo no deseable socialmente es un duro golpe para la autovaloración personal.
Esto podría ser explicado por un peor ajuste social. Es más aceptable, desde el punto de vista social, que nuestra pareja sea infiel con una persona valorada; una aventura con una persona no deseable supone un mayor insulto y amenaza a la autoestima.
Las diferencias encontradas en cuanto a las características del rival en función del tipo de infidelidad sugieren que un tercero no valorado es el que más amenaza la autoestima, mientras que uno valorado amenaza la exclusividad relación. Diversas investigaciones proporcionan soporte empírico a la mayor importancia que los hombres dan al atractivo físico de ellas, así como al especial interés que las mujeres poseen por el poder adquisitivo de ellos. Parece que este tipo de demandas ha llevado a cada género a valorar más, en su autoconcepto, aquellas características que le aumentan la probabilidad de ser elegido/a como pareja.
También se han hallaron interesantes tendencias:
Existe aparentemente mayor sentimiento de inferioridad que presenta el hombre ante la infidelidad sexual, ya que podría ser indicador del daño al amor propio masculino. Esta dirección ha sido señala por diversos estudios que han reflejado como los hombres relacionan el sexo con los logros personales y el orgullo.
En la escala “miedo o inseguridad” se pregunta por el sentimiento de celos y de amenaza, siendo la única ocasión en que la mujer señala la situación emocional como la más estresante. Diversos autores defienden que para las mujeres el sentido de sí mismas y de su propia dignidad está fundado en su capacidad para crear y mantener relaciones, por lo que tienden a proteger la continuidad de la misma.
De esto se podría vislumbra una preocupación, amenaza y ansiedad más alta ante la infidelidad emocional para la mujer, mientras que el hombre se siente más avergonzado, infravalorado e inferior ante la sexual.
Finalmente, el análisis de las diferencias entre sexos refleja: una respuesta emocional de mayor intensidad en las mujeres; tendencias en los hombres a manifestar una preocupación menor por la infidelidad emocional y la percepción de amenaza a su autoestima ante la infidelidad sexual; una mayor sensación de peligro para la continuidad de la relación por parte de las mujeres ante la infidelidad emocional. También se ha observado que un rival no valorado, en aquellos campos de autodefinición de cada sexo, suscita un mayor sentimiento de inferioridad.
* Información adaptada del trabajo “Reacción de celos ante una infidelidad: diferencias entre hombres y mujeres y características del rival” de los autores Patricia García Leiva, Luis Gómez Jacinto y Jesús Mª Canto Ortiz. Paper publicado en Psicothema 2001 vol 13 N4 Págs 611- 616.
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