lunes, 14 de diciembre de 2009

Grupo de orientación para padres/ cuidadores

Grupo de orientación para padres/ cuidadores
Módulo I:
“Mejores padres, mejores hijos”


El módulo tiene como objetivo organizar un espacio de reflexión y apoyo, para padres, madres y cuidadores. Brindará un tiempo para compartir y analizar experiencias cotidianas en la crianza de los hijos. Encontrando herramientas adecuadas para fortalecer los vínculos familiares.
El contenido de este primer módulo rescatará temas como disciplina, comunicación afectiva y los nuevos roles parentales.


Presentado por: Patricia Alarcón Durán
Dirigido a: Padres, madres y cuidadores
Duración: 1 mes (1 sesión por semana)
Horarios: Jueves 7:45 p.m. – 9:00 p.m.
Fecha de Inicio: Jueves 07 de Enero 2010
Lugar: Carlos E. Ferreyros 1008 Corpac San Isidro
Inversión: S/.200.00 por persona

Se entregará constancia por módulos

Promoción: Inscripciones hasta el 31 de Diciembre con un 10% de descuento.

Vacantes limitadas

Los pagos se realizan en:

Banco de Crédito:
Soles: 193-1559367-0-80
Dólares: 194-1576632-1-84

Código Interbancario:
Soles: 002-193-001559367080-13
Dólares: 002-194-001576632184-96

Cómo lidiar con la separación entre el niño y sus padres

Durante los próximos meses muchos niños/as pequeños/as ingresaran por primera vez a lo que puede ser la primera experiencia social con muchos otros niños de su edad. Definitivamente esto puede significar una gran crisis para ellos, como para sus padres

El recelo a los extraños suele presentarse a los siete meses de nacido y nuevamente al año de edad entre los niños que son criados en el hogar. Sienten menos miedo con un miembro de la familia o en los entornos conocidos. La edad en que ocurre la ansiedad ante extraños es variable, lo mismo que su intensidad y duración: hay bebés que nunca la presentan. Pero, cuando el niño conoce a un nuevo cuidador puede ser una experiencia sumamente traumática sobre todo cuando ya existe el miedo a extraños.

¿Cómo pueden enfrentar los padres la separación?
  • Explicar al niño que el padre/madre va a retirarse, que él va a iniciar una actividad con la profesora/cuidadora nueva.
  • Cuanto antes, la profesora/cuidadora debe tranquilizar y ayudar al niño en la transición o despedida.
  • Evitar las mentiras o engaños al niño, así como las escapadas de los padres o quitarles de los brazos al niños mientras llora, ya que posiblemente el niño asocie esas experiencias dolorosas y aterradoras con su cuidador nuevo

Aunque el niño quiere ser independiente y firme, a menudo lo atemoriza el sentido de separación o soledad. Cuando empieza a caminar experimenta al mismo tiempo sentimientos encontrados: ama a quien lo atiende, pero también lo reta. Es una ambivalencia que le ayuda a conciliar sus deseos con los del adulto. A menudo, puede observarse que el niño se aferra a su cuidador por un minuto para luego alejarse de él inmediatamente.

El niño que empieza a caminar, ya ejercita un gran autocontrol y es capaz de conservar la imagen mental de un progenitor ausente; por eso quizá logra tolerar varias horas de separación. Lo principal es que los padres puedan estar lo más tranquilos posibles para que la experiencia se logre de la mejor manera posible, de lo contrario el niño pequeño captará la ansiedad y angustia y la sumará a la suya propia, creándose un caos e incertidumbre difícil de contener y manejar.

* Texto adaptado del libro Desarrollo Social de los niños de Marjorie Kostelnik (2009)

Individualización y socialización en los niños pequeños

Dos funciones del desarrollo social entran en acción desde el primer día de vida: la socialización es el proceso que incluye la capacidad de cooperar en un grupo, de regular la propia conducta conforme las normas sociales y de llevarse bien con los demás y la individualización es el proceso mediante el cual se desarrolla el yo o la identidad personal y ocupa un lugar en el orden social.

Durante el primer año de vida, el niño coopera con la persona que lo cuida, como lo muestra el hecho de levantar las piernas cuando se le cambia el pañal. Empieza a captar las diferencias sutiles entre individuos y a entender el mundo de las disposiciones donde se manifiestan los sentimientos e inclinaciones. Al actuar, lo hace con la clara intención de influir en la conducta del adulto. El fundamento de la cognición social surge tras contactos diarios donde se da una reacción sincrónica entre ambos. Ese contacto e esencial en el proceso. De lo contrario no se premiarían las expectativas sociales. El niño puede convivir con unos cuantos cuidadores como sus padres, profesores y nanas, pero renuncia al contacto social si trata con varios adultos durante un día o más de una semana. En el nido adquiere expectativas acerca de quienes lo atienden normalmente. Pero si no son siempre las mismas personas, no tendrá la oportunidad de saber qué esperar de tantos adultos diferentes.

El niño a los dos años de edad practica ser un individuo dotado de voluntad propia, además de comenzar a adquirir el sentido de autonomía. Puesto que ya domina la capacidad de gatear y el caminar, está en condiciones de ensayar otras formas de alcanzar los objetivos. La aparición de una voluntad propia se acompaña de suficiente autocontrol que le permite obrar. De la necesidad de regular los movimientos corporales nace el sentido de autonomía. Si el niño logra controlar su cuerpo cuando empieza a caminar, podrá hacer lo mismo con sus acciones. Pero, si no se le permite, dudará de su capacidad de hacerlo. Probablemente por ello la libertad de desplazarse en el piso y la suficiente independencia se relacionan con la capacidad de internalizar el autocontrol. Hacia la mitad del segundo año de vida, el niño adquiere conciencia de sí mismo y entonces puede reflexionar sobre su persona. Capacidad que se refleja en expresiones como “Mío” o “Yo quiero”, esto significa que pueden empezar a reflexionar sobre sus ideas y sentimientos.
El proceso de convertirse en individuo y luego en miembro de un grupo inicia en la infancia, aunque no concluye del todo. El autocontrol, la identidad y el lugar del individuo dentro del grupo es un proceso inacabado de aquellos a quienes se integra en la cultura a través de la socialización.

* Texto adaptado del libro Desarrollo Social de los niños de Marjorie Kostelnik (2009)

lunes, 7 de diciembre de 2009

INSTITUTO DÆDALOS
PARA LA SALUD Y EL BIENESTAR EMOCIONAL


Web: http://www.institutodaedalos.com/talleres.htm
Blog: http://www.institutodaedalos.blogspot.com/

Horarios de Atención:
Lun - Vier 2:30 - 8:30 p.m. / Sáb. 8:30 - 1:30 p.m


Teléfono: 242-6940 Celular: 9977-2-184


TALLER DE VERANO: Jugando para vivir

El taller tiene como objetivo que su hijo(a) encuentre herramientas útiles
para desenvolverse y adaptarse a las experiencias y límites que su edad le presenta,

1. Reconociendo y aceptando sus emociones

2. Transformando sus frustraciones.

3. Descubriendo y potencializando sus habilidades

Temas a trabajar:

1. Inteligencias Múltiples: emocional, musical, corporal, ecológica, interpersonal, verbal, lógica-matemático, etc.

2. Atención - Concentración: seguimiento de instrucciones, tiempo adecuado de trabajo, retención de información, etc.

3. Autoestima: personal, familiar, académica y social.

4. Habilidades sociales

Presentado por: Melany Cachay Méndez y Gisella Vargas de los Ríos

Dirigido a: Niños y Niñas de 6 a 10 años

Duración: 9 semanas (10 sesiones, una vez por semana)

Horarios: Sábados de Enero y Febrero del 2010 (11:30 a 1:00 p.m.)

Fecha de Inicio: Sábado 09 de Enero

Fecha de Clausura: Sábado 27 de Febrero

Lugar: Carlos E. Ferreyros 1008 Corpac San Isidro

Inversión: S/.400.00 por niño (incluye materiales)

* Promoción: Inscripciones hasta el 31 de Diciembre con un 10% de descuento.

Vacantes limitadas

Los pagos se realizan en:

Banco de Crédito:
Soles: 193-1559367-0-80
Dólares: 194-1576632-1-84

Código Interbancario:
Soles: 002-193-001559367080-13
Dólares: 002-194-001576632184-96

El juego en / de / con los niños

Dos niños están jugando al papá y a la mamá, representando los papeles de esposo y esposa.
Ana: (mirando un caballito de madera) “Tengo que irme”
Felipe: “¿Ir?”
Ana: “Ir a trabajar”
Felipe: “No, tú cocina”
Ana: “No puedo cocinar, tengo que ir a trabajar” (Se sube al caballo y empieza a mecerse)
Felipe: “No, tú cocinas y haces cosas. Yo iré a trabajar” (Sostiene las riendas del caballo de madera)
Ana: “Llegaré tarde al trabajo. Tú quédate y cocina”
Felipe: “¿No sabes? Tú cocinas y yo voy a trabajar”
Ana: (Tratando en vano de mecerse) “Te bajaré más adelante en mi camino al trabajo”
Felipe: (Monta el caballo detrás de Ana)


Guillermo vio a Carlos entrar emocionado y expectante en el salón de juegos para niños de 3 y 4 años. Corrió hacia él, ansioso por jugar, y tomándolo por las rodillas lo tumbó con gran estrépito. Carlos lloró y trató de desprenderse. Con profunda tristeza Guillermo dijo: “No quiere jugar conmigo”.

En la primera viñeta, el juego de los niños casi se frustra por tener una idea distinta de los papeles que estaban representando. Felizmente, consiguieron coincidir en algo: ir al trabajo en el caballo, aunque no comprendieron el problema de su distinta percepción del papel de la esposa. La madre de Ana había trabajado durante los primeros 4 años de vida de ella y la madre de Felipe era ama de casa. Ambos niños encontraron la manera de conciliar sus puntos de vista y continuaron el juego, aunque sin comprender sus diferencias ni los tipos de familias.

En la segunda viñeta, vemos una típica escena social en niños pequeños, el egocentrismo, que no es el ensimismamiento en uno mismo, sino representa la dificultad de pensar en el otro como un individuo distinto y particular de uno mismo. Así Guillermo intentó jugar, a su modo, con Carlos y el mensaje no fue bien recibido por el segundo quien más bien se vio en una situación bastante amenazadora y descontrolada.

El juego es una actividad común y compleja a la vez, que predomina en la niñez temprana, sin dejar de constituir un terreno común de los intercambios sociales a medida que el niño va madurando.

Aunque es difícil definir el juego posee características evidentes:
- Es esencialmente placentero
- El niño participa activamente
- Es intrínsecamente motivador, es decir, es un fin en sí mismo
- Es voluntario
- Es no literal, es decir, no es algo serio ni de mucha importancia desde la perspectiva del niño
- Los participantes son quienes determinan el carácter de juego

Juego y desarrollo emocional
Al parecer, el niño que disfruta el juego y que juega con mayor frecuencia es más feliz que quienes juegan poco. Es divertido estar con él, goza de mayor aceptación y popularidad que los menos diestros. Con el juego imaginario se consigue integrar el temperamento, la experiencia y los conceptos que le ayudan al niño a entender la importantísima pregunta: “¿Quién soy?”

La selección de los papeles representados por el niño refleja su inquietud por las relaciones ligadas a la crianza y manutención, por la dicotomía agresor/víctima, por el bien y el mal, etc. En el caso de los niños de mayor edad, refleja el interés por sus fantasías más temidas.

Por medio del juego el niño desvalido y de baja estatura puede convertirse e una persona fuerte y poderosa, el niño tímido en una persona valiente, el niño sumiso quizá finja ser un verdadero tirano. Los niños exploran emocionalmente los temas más emotivos, manteniendo al mismo tiempo cierta distancia respecto a ellos mismos.

El juego impulsa al crecimiento emocional porque permite afrontar los conflictos o existencias dentro de un contexto neutral. Los niños pequeños demuestran o aprenden emociones, así como la manera de expresarlas y controlarlas. La práctica en la interpretación de las manifestaciones emocionales de los otros durante el juega mejora su competencia emocional. En el juego imaginario uno puede fingir impunemente dolor, ira, preocupación, miedo, amor y desaliento. El juego permite moldear las experiencias personales, además de explorar alternativas y posibilidades antes de adoptar una solución.

Al jugar con otros, el niño aprende a relacionarse en una situación donde se siente seguro y “nada es verdad” y adquiere una sensación de poder y control al manipular objetos y estímulos para su provecho. La retroalimentación directa que le brindan otros y el éxito con algunos materiales contribuye al desarrollo de la autoidentidad como alguien que influye en el mundo.

* Texto adaptado del libro Desarrollo Social de los niños de Marjorie Kostelnik (2009)

Aprendiendo a leer

“No leí un libro completo hasta los 12 años. Ahora les leo a mis hijos
en parte para leer todos los libros que no leí de niño” (Luis, 41 años)

Si se detiene a considerar lo que implica aprender a leer, no debería de sorprenderle que su hijo necesite su ayuda para convertirse en lector de por vida.
Entre los cuatro y los nueve años, su hijo tendrá que dominar unas cuantas reglas fonéticas, aprender a reconocer tres mil palabras de una mirada y desarrollas una cómoda velocidad de lectura cercana a las cien palabras por minuto. Debe aprender a combinar las palabras que están en la página con una media docena de rayitas llamadas signos de puntuación para convertirlas en algo – una voz o una imagen en su mente – que represente un significado.
Este es sólo el comienzo. Entre los nueve y los quince años, su hijo tendrá que duplicar esa velocidad de lectura, expandir su vocabulario reconocido a cincuenta mil palabras, aprender a pasar la vista por encima de algunas secciones del texto y a detenerse para estudiar otras, todo mientras simultáneamente cuestiona el texto y aprecia el arte del autor. El novelista John Steinbeck resumió la tarea de aprender a leer como “el mayor esfuerzo que emprende la mente humana, y debe hacerlo cuando es un niño”.
Pero, su hijo no puede ni podrá hacerlo solo. Para convertirse en un verdadero lector, su hijo lo/la necesita. Su hijo necesita unos padres que:

- Le leerá
- Lo escuchará leer cuando sea pequeño
- Le hablará sobre la lectura cuando es más grande
- Dispondrá de un momento tranquilo de manera que la lectura pueda tener lugar
- Comprará o pedirá prestado libros y otra materiales de lectura
- Colaborará con los maestros de la escuela
- Servirá como modelo de lectura e interés en los libros en la edad adulta

Sin usted, es improbable que su hijo desarrolle las actitudes que hacen que la lectura sea fácil y divertida. Sin usted, su hijo puede caer en esa disminución de la lectura del cuarto año que afecta a un tercio de nuestros niños. Sin usted, su hijo muy bien puede perder el interés en la lectura de los doce o trece años, precisamente cuando es capaz de avanzar hacia los libros adultos. Sin usted, es improbable que su hijo se convierta en un lector de por vida.

Desgraciadamente, aprender a leer no es una tarea fácil. No es como aprender a caminar, por ejemplo, porque el instinto específico de la lectura no es parte de nuestra composición genética. Aprender a leer tampoco es como aprender a patear una pelota o a tocar el piano. Si los niños muestran poca habilidad para el fútbol o para la música, sabemos que la vida ofrece muchas otras salidas para su energía y creatividad, pero si los niños no aprenden a leer, virtualmente serán inválidos cuando intenten enfrentarse a la vida moderna.

En una época, por supuesto, la capacidad de leer era necesaria sólo para un limitado número de la población. A los reyes y reinas medievales se les leían las cartas y manuscritos. Los campesinos medievales vivían en un mundo de lenguaje hablado y tenían pocas razones para aprender a leer. Hasta el siglo XIX, menos de una persona de cada diez era capaz de leer, aun en los países occidentales. Cuando las novelas de Charles Dickens aparecieron por primera vez en 1830, no fueron arrebatadas por masas de ingleses ansiosos por el último best-seller. Eran compradas por entregas, como revistas, por familias y grupos de amigos que quizá tenían entre ellos a un “lector”. Era la tarea del lector leer el libro en voz alta al resto de la familia o a los compañeros en el trabajo o en la taberna.

A lo largo de la mayor parte de la historia, la lectura se ha hecho en voz alta. Relatos renacentista sobre la biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford comentan el ruido hecho por docenas de eruditos todos leyendo en voz alta al mismo tiempo. La lectura silenciosa fue una invención de la era victoriana.

La mayoría de los educadores saben que leer los libros en voz alta es muy importante para los niños pequeños. De acuerdo con un estudios hecho en 1991 por el departamento de comunicaciones de Canadá, casi dos tercios de todas las familias con niños de menos de catorce años dicen que encuentran tiempo para leer en voz alta con regularidad. Se informa que estas familias emplean un promedio de 22 minutos al día en leer o en escuchar leer a sus hijos o en comentar lo que se está leyendo.

Tristemente, el mismo estudio revela el tiempo familiar pasado en la lectura conjunta declina rápidamente a medida que los niños crecen. Aparentemente, sólo una fracción diminuta de las familias lee en voz alta juntos durante más de unos pocos años en la vida del niño. Los padres están demasiado ocupados, cansados o les parece más fácil encender la tele o poner un video.

Se deben evitar estas conductas, ya que no interesa dónde lea, cuándo lea o lo bien que lea. Todos los padres son los mejores lectores para sus propios hijos. Lo que sí es importante es que los padres lean con su hijo y no que le lea a su hijo. La hora de la lectura no es simplemente el momento de abrir un libro y leer en voz alta. Es el momento de abrir un libro para compartir la lectura y las ideas.

Puesto que la lectura puede ser una experiencia social y de encuentro, ésta siempre debería de estar acompañada de abrazos, conversación, bromas, preguntas y respuestas. Especialmente para los niños mayores algunas de las experiencias más valiosas de la lectura no son la lectura en sí.

Muchas familias pueden estar atravesando por situaciones de crisis – separaciones, divorcios, duelos, desempleos. En estas situaciones, la hora de la lectura puede ser un punto único y estable en medio de tanto caos emocional.

* Texto adaptado del libro “Cómo fomentar la lectura en los niños” (1994) de Paul Kropp.

lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Qué nos dice el aislamiento adolescente?

“Mi hijo se encierra en su cuarto todo el día, casi ni lo vemos por estar con la computadora”


Actualmente, con todos los cambios veloces y las presiones (estudios, amigos, padres, pareja) a los que se ven sometidos los adolescentes, se nota mayor tendencia a desarrollar más presiones internas. Es decir, el adolescente genera expectativas personales muy grandes y difíciles de satisfacer, así mismo espera cumplir con muchas cosas a la vez y no fallar en ninguna. Probablemente esta situación sea la causa más importante para que se den conductas de aislamiento y encierro, en las que se permite salir de su cuarto o de la computadora para lo mínimo indispensable como las clases y una que otra reunión con los amigos.

Si bien es cierto, el adolescente que muestra este tipo de comportamiento, socializa menos – pensando de manera tradicional, ya que puede tener miles de amigos virtuales alrededor del mundo –, sien embargo, el que presente estas conductas también puede ser una manera de protegerse frente a toda la estimulación y presiones sociales externas.

Es aquí donde la idea de conocer gente y tener muchas redes y grupos de amigos virtuales que nunca se llegan a conocer y hasta encontrar alguien virtual de quien enamorarse parece una salida bastante fácil y cómoda, ya que el tener relaciones humanas puede llegar a sentirse de manera amenazante, sin embargo el adolescente corre el riesgo de sentirse más solo.

Ahora bien, hasta hace unos años los hijos podían contar con sus padres como figuras de referencia, de apoyo. No era raro que ante cualquier lío entre chicos en el colegio, uno le dijera a otro “Le voy a decir a mí papá que me estás molestando para que venga” o “fulanito me pegó y yo le dije: “Ahora te voy a traer a mi papá””. Aquí claramente, el padre era visto y sentido como esta figura protectora que defendía sin pensarlo dos veces.

Actualmente, esto ha cambiado de manera radical y si algún chico se atreve a decir alguno de los ejemplos del párrafo anterior, probablemente le responderían “Ay, vas a traer a tu papá? Tremendo manganzón!”, aunque el chico tenga 5 años. Este tipo de “recurso” ya no es aceptable. Ahora más bien los chicos se manejan con la idea de tener que defenderse solos.

Ante esto, nuevamente caemos en el tema del sentimiento de soledad, de tener que afrontar todo - bueno, malo o regular - como se pueda y de manera individual. Aparentemente, todo queda centrado en uno mismo y aunque esto es parte de nuestra época, al adolescente no le queda más que arreglárselas, pero muchas de las veces llega a una adaptación forzada, automatizándose o incitándolo a que busque encerrarse más como forma de protección.

Es por esto que, es sumamente importante que los padres, cuidadores y profesores de adolescentes tengan presente que si bien es cierto el adolescente necesita de límites claros y espacio personal para el fomento de la construcción de su identidad, es sumamente importante acogerlo en aquellos momentos de regresión y ayudarlo, lo pida o no, sin fomentar en él sentimientos de vergüenza cuando necesite del apoyo, consejo o guía de lo demás.

Una imagen vale más que mil palabras Inquietudes de los adolescentes en relación al cuerpo

“Mira mis cuadraditos ¿Se me notan?” (Luciano, 17 años)
“Que regia que estás ¿Cómo haces para estar tan flaca?” (Alejandra, 15 años)

Definitivamente, de un tiempo a esta parte, el cuerpo se ha vuelto un tema muy importante para todos. Específicamente en los adolescentes, vemos como se imponen ciertas conductas “esperadas”: el gym, la dieta, las comidas bajas en calorías, la nutricionista, las cirugías, el spa, la ropa, las tallas, la anorexia, la bulimia, etc.

Otro factor es la sobrevaloración del tiempo, el “ahora” se ha convertido en “ahorita”. Cada vez es más difícil ser tolerantes y no buscar el placer o la satisfacción inmediata. Por ejemplo, en el caso de chicos obesos o con sobrepeso, por lo general no se piensa en un proceso y tiempo sostenido para que empiece a perder peso, sino más bien se piensa en dónde y con quién llevarlo para que adelgace en dos meses, o el mismo adolescente busca en Internet una dieta que promete bajarle de seis a diez kilos en una semana.

Podríamos decir que esta “preocupación” muchas veces está fuera de control y se convierte en “ansiedad y angustia” relacionada al cuerpo, la cual va en busca del “cuerpo perfecto”, de la “imagen perfecta”.

La mayoría de adolescentes pueden llegar a sufrir y caer en depresión o trastornos de ansiedad si es que sienten que no encajan en este molde de “perfección” esperado. Ante esto, pueden sentirse sumamente presionados por actuar y tener una imagen determinada de la manera más rápida y efectiva posible, sin pensar en su salud o en las consecuencias de sus actos. Por ejemplo, hay adolescentes mujeres que están tan obsesionadas en no ganar peso que comen una vez al día y solo lo mínimo indispensable, sin saber que pueden desarrollar un cuadro de anemia, sentirse de mal humor y muy cansadas todo el tiempo.

El adolescente que tienda a rechazar o simplemente mostrar poco interés por estos parámetros puede ser catalogado por los demás como el “raro”, “nerd”, “loser”, “maricón”, etc. Los adolescentes con mayor fuerza interna o seguridad personal pueden sortear estas agresiones de mejor manera, los más sensibles o inseguros probablemente desarrollen sentimientos intensos de rabia, frustración, tristeza e inadecuación.

Es importante que tanto padres como profesores estén pendientes de aquellos cambios de humor o conducta en los adolescentes, buscar un espacio y conversar con ellos.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Todo o nada: la comida y los adolescentes

“Ayer no pude más con la dieta y me comí todo
lo que encontré en la refri” (Camila, 16 años)

“Puedo pasarme todo el día comiendo papitas y cualquier cosa sin
culpa porque sé que iré al gym más tarde” (Paola, 15 años)

Aparentemente, la actual generación de adolescentes se muestra más propensa a presentar conductas adictivas y con esto no sólo nos referimos al tema de drogas legales e ilegales, también abarca los rituales de compras, rutinas de ejercicios, hábitos de alimentación, tiempo invertido frente de la computadora, etc.

Si nos centramos específicamente en el tema de la comida, vemos dos polos sumamente marcados, por un lado tenemos el tema de comer de todo – de todas maneras se va a matar en el gym – y en el otro extremo tenemos los trastornos de alimentación, que podríamos decir que empiezan con la idea de “no comer de más”, que muchas veces termina convirtiéndose en “no comer nada” y en el ínterin “como, pero vomito”.

Al parecer, el comer se ha vuelto una experiencia de suma importancia, no solo porque hemos demostrado que somos un país con una gran cultura culinaria, o porque al peruano le guste comer bien, sino porque ahora todos, de alguna u otra manera, estamos enganchado a dietas y regimenes. Lo beneficioso de esto es que se maneja mayor y mejor información sobre lo nutricional, cosa que antes no ocurría y se comía lo que habían preparado en casa sin chistar. Sin embargo, lo desventajoso es que ahora se le da miles de vueltas a qué se come y qué no se come, lo cual puede llegar a ser muy dañino psicológicamente hablando.

Si bien es cierto, estas conductas se pueden presentar tanto en varones como en mujeres, existen diferencias. En las mujeres, por ejemplo, el tema de la preocupación por la alimentación y las calorías es más marcado y pueden hacer más uso de los famosos batidos, las pastillas o los parches para bajar de peso. Por su parte, los varones tienden más a ir al gimnasio, entrenar algún deporte o hacer alguna actividad física de manera intensa, sin restringir mucho lo que comen.

Cómo apoyar a su hijo adolescente en su relación con la comida:
  • Escuchar lo que piensa, informarse sobre las ideas que él tiene y derribar los mitos.
  • Ahondar las causas de sus preocupaciones, por ejemplo es diferente el adolescente que deja de comer papitas fritas por temor al acné al que deja de comer drásticamente todo alimento cocinado con aceite por temor a ganar peso.
  • Estar muy atento a los métodos que utilizan para bajar de peso, especialmente si se trata de batidos, pastillas o dietas que ellos mismos han conseguido o han sido recomendados por amigos.
  • Si no llegan a un acuerdo de lo que se tiene que comer, pueden ir donde un nutricionista e informarse.
  • Con respecto al deporte, siempre es bueno tener alguna actividad física, pero pueden negociar las horas que se le dedica. Así como, salir a correr o montar bicicleta junto con su hijo.
  • Si usted presiente que su hijo adolescente ha dejado de ser “fastidiosito” para comer, para convertirse en inapetente o hambriento sin razón aparente, es recomendable que conversen con un especialista para que evalúe la situación.

Terminé el colegio…. Y ahora?

¿Se puede realmente afirmar que los adolescentes se están adaptando a los grandes e inmediatos cambios que nos trae la actualidad?
En apariencia pueden mostrarse llenos de ganas de hacer cosas y muy activos, pero existen también muchos adolescentes desadaptados que buscan aislarse porque no soportan el caos, la velocidad de los cambios y no pueden sobrellevar las situaciones diarias.

En definitiva, los adolescentes ahora sienten que tienen que correr para adaptarse a los cambios y aparentemente se adaptan, pero la velocidad de los cambios implica para ellos también una serie de expectativas que permanentemente sienten que no llegan a cumplir. Cuando se dan cuenta que no pueden con todo, se presentan en ellos una serie de angustias profundas.

Ahora, una de las tareas del adolescente es la des-idealización de los padres. Sin embargo, al haber una des-idealización masiva actual - el padre no tiene la capacidad tecnológica que tiene el hijo, el padre no está al ritmo del hijo – puede presentarse la sensación de carecer de modelos adultos que sean referentes de seguridad y fuerza que permitan al adolescente sentirse con cierta base para poder luchar y diferenciarse, con el fin de construir su identidad. Ante esto, surgen nuevos referentes: las maquinas y sus modelos de inmediatez, renovación constante, innovación. Así como puede ser el modelo de “la estrella de Hollywood” o el yuppie con mucho dinero sin mayor esfuerzo.

Podemos ver que la línea de conexión de estos nuevos referentes es la urgencia, en donde tomarse un tiempo para pensar, analizar queda por debajo de la necesidad de “ir en contra del tiempo”.

Por otro lado, el adolescente de hoy siente mayor libertad en todos los ámbitos, a comparación del adolescente de hace 10 años, probablemente porque a los padres les incomoda o no saben cómo ubicarse en su rol de padres. La gran desventaja de esta sensación de libertad que pueden sentir los hijos adolescentes es que generaría una gran sensación de vacío, de confusión, de no tener nada fijo y suficientemente fuerte y seguro de dónde asirse.

Una de las pocas preocupaciones que pueden compartir padres e hijos adolescentes es la percepción del futuro. Es decir, los padres, por lo general, se angustian al sentir que sus hijos viven demasiado en el presente sin considerar el mañana, sin prever. El hijo adolescente piensa continuamente en ser exitoso y adinerado en un futuro, pero le cuesta exponer el proceso para llegar a dichas metas.

Hasta hace unos 10 ó 15 años, los padres pensaban y esperaban que sus hijos siguieran ciertas profesiones – Medicina, Derecho, Ingeniería. Actualmente, cada uno hace y deshace según sus propios criterios y sin dar mayores explicaciones. Esto sería sumamente beneficioso siempre y cuando los adolescentes no se sintieran perdidos, confundidos ante tantas y tan variadas cantidades de estimulación y salieran más maduros de los colegios.

Si bien es cierto, hay una cantidad increíble de oficios, profesiones, posibilidades, en el país, en el extranjero. Entonces, ya no es que tengas tres opciones, sino que tienes talento para una serie de opciones y si te esfuerzas un poco más puedes tener muchas opciones más. Ante esto, existen adolescentes que tienen la fuerza para decidirse, pero muchos otros se sienten mucho más perdidos, de repente porque son chicos más sensibles, de mayor fragilidad a quienes les cuesta mucho ubicarse.

Con estos adolescentes, y con el fin de que no se queden en el limbo por más tiempo del debido, la familia le puede dar la opción que empiece por lo más general y escoja entre letras y ciencias, luego puede ingresar a estudios generales e ir fogueándose y probando cursos de diferentes profesiones. Si esto no fuera posible, se le puede dar la oportunidad de ir al trabajo del padre, de un amigo o de algún familiar para que observe y se informe sobre ese trabajo. Si aun con esto, el adolescente no consigue llegar a tomar una decisión, siempre queda la opción de tener la ayuda de un profesional que pueda ayudarlo a ordenar sus ideas, preferencias y afectos.

lunes, 16 de noviembre de 2009

¿Por qué mi hijo/a no puede estar tranquilo?

Peleas frecuentes en niños/as pequeños/as
Los niños y niñas pequeños y de edad preescolar a menudo se pelean por los juguetes, crayolas, plastelinas, colores, témperas, etc. que les llame la atención y desean, aun cuando una vez obtenido el “botín”, lo dejen de lado.
Puede que a los niños y niñas pequeños se les esté dando la información equivocada cuando se les premia involuntariamente por su comportamiento agresivo. Por ejemplo, un niño empuja a otro, tirándolo al piso y quitándole su juguete. Si el otro niño llora y se aleja, el niño que inició la pelea se siente victorioso porque consiguió el juguete.

Sin embargo, cuando las peleas se tornan frecuentes o el único medio que encuentra el niño a la niña pequeña de conseguir lo que desea, se convierte en una señal de alarma, ya que dichas conductas podrían ser causadas por otros problemas o dificultades. Puede darse el caso de que el niño/a esté triste o fastidiado, tenga problemas controlando su ira, haber sido testigo de violencia o haber sido la víctima de abuso en la cuna, el nido o en el hogar.

Ahora bien, algunos estudios han demostrado que cuando los niños y niñas pequeños son expuestos a actos violentos y agresivos de manera sostenida y continuada a través de programas de televisión, Internet, videos o películas pueden actuar de manera más agresiva o tratar de incluir en sus juegos cotidianos las acrobacias y golpes de sus personajes favoritos – “Power Rangers”, “Naruto”, “Dragon Ball”, entre otros.

Es aquí donde hay que recordar que si bien la tele y el Internet les da un respiro a los padres y cuidadores de los niños/as pequeños, no debe fungir de nana, haciéndose sumamente necesario e importante que los niños y niñas pequeños tengan una explicación o “traducción” por parte de un adulto de las escenas que puedan ver.

Si un niño pequeño tiene problemas persistentes con la acción de pelear o exhibe un comportamiento agresivo, los padres deben de buscar ayuda profesional que se especialice en la evaluación y tratamiento de los problemas emocionales en niños y niñas pequeños. De lo contrario, es muy probable que niños/as que son físicamente agresivos a temprana edad tiendan a continuar con dicho comportamiento a medida que crezcan.

Mi hijo es peleón… y ahora qué?
  • La intervención temprana es mucho más efectiva. No espere a que el niño/a empiece a mostrar un comportamiento más agresivo. Intervenga tan pronto observe que el niño/a se siente frustrado o que se esté alterando.
  • Cuando los niños y niñas pequeños pelean a menudo, supervíselos más de cerca.
    Si el niño golpea a otro niño, de inmediato separe los dos niños, por más “leve” que le haya parecido el golpe. Luego trate de consolar y atender al niño que ha sido golpeado.
  • Al niño de 1 a 2 años dígale: "NO SE PEGA. DUELE CUANDO PEGAS".
  • Al niño de 2 a 3 años dígale: "YO SÉ QUE TIENES CORAJE, PERO NO PEGUES. CUANDO PEGAS, DUELE" Esto comienza a enseñarle la empatía hacia otros niños.
  • NO le pegue al niño si le está pegando a otros.
  • Los padres no deben de ignorar o menospreciar las peleas entre hermanos.
  • Enséñeles que la agresión no es la forma correcta para conseguir lo que uno quiere.

Quitándonos la timidez!

Si bien es cierto, todos nacemos con un temperamento, es decir, una parte de nuestro complicado coctel de ADN, de alguna manera, nos programa a ser más o menos rabiosos, dolentes, alegres, agresivos, demandantes, etc.

En el caso específico de la extroversión – introversión, nos referimos a este dúo como “polaridades”, es decir, ambas son parte del mismo continuo. Con esto, se quiere aclarar la idea de que todos somos introvertidos y extrovertidos solo que en cada caso los porcentajes son diferentes, por lo que tenderemos más a una u otra polaridad.

Ante esto, si uno quiere incrementar su porcentaje de extroversión puede aprender diferentes estrategias para comportarse de forma más abierta, aun cuando es probable que siempre exista mayor tendencia a preferir actividades solitarias o con pocos amigos, sin que esto signifique que se tratarse de una persona tímida o retraída.

Así mismo, un niño extrovertido, puede mostrarse cohibido cuando no se siente seguro, está en un ambiente desconocido con personas nuevas, hasta que poco a poco se va adaptando y conociendo todo lo nuevo, con lo que se va sintiendo más seguro.

¿Qué lleva a un niño normal a retraerse?
Muchos niños pequeños se muestran tímidos en algún momento de su desarrollo. El pequeño siente vergüenza por cualquier cosa, es retraído, le cuesta entablar amistades y no expresa sus emociones. La timidez es más frecuente en dos etapas del desarrollo del niño:
  • Hacia los 8 meses, muchos bebés se muestran temerosos hacia los desconocidos. Es la famosa "crisis de los 8 meses".
  • Hacia los 4-5 años aparece la timidez relacionada con la auto-observación: el niño toma conciencia de sí mismo como un ser social expuesto a las críticas de los demás.

En estos casos, es importante no sobreproteger al niño, ya que unos padres dominantes y sobreprotectores, por lo general, forman adultos con personalidades temerosas e inseguras.

Conforme van creciendo, los niños pueden portarse de manera retraída debido al miedo al fracaso. Cuando un niño se siente poco habilidoso en determinada materia –relaciones sociales, estudios, deporte, etc– suele anticipar el fracaso, lo que le lleva a evitar la actividad relacionada, ya que a nadie le gusta fracasar en lo que intenta. Cuando los sentimientos de inferioridad son generalizados, puede mostrarse retraído en todos o muchos aspectos de su vida.

En líneas generales, un comportamiento muy retraído podría ocultar falta de seguridad y confianza en uno mismo. Por eso, es conveniente buscar las posibles causas y estimular al niño para que consiga fortalecer su autoestima.

Estrategias para reforzar la confianza
Darles responsabilidades que vayan de acorde con su edad y capacidades: Pedirle poco favorece la creencia de que no se le tiene suficiente confianza para llevar a cabo una tarea. Por otro lado, exigirle demasiado supone que, con frecuencia, se encuentre con el fracaso. Tratar de motivarlo a hacer una tarea, sin forzarlo.

  • Alabar sus logros: Nunca hay que dar por sentado que los niños saben lo orgullosos que estamos de ellos.
    Quitar importancia a los fracasos: Así estará motivado a seguir y no rendirse.
  • Enseñarle el autoreforzamiento. Los pensamientos positivos sobre lo que uno mismo puede lograr son muy importantes para la autoestima. Una manera de enseñarle a tener este tipo de pensamientos es diciendo en voz alta comentarios como “que bien he trabajado hoy”, “que rica me ha salido la comida” o “estoy feliz porque cada vez manejo mejor la computadora”.
  • Evitar las odiosas comparaciones y reforzar la idea de que todos somos únicos y tenemos nuestros propios de tiempos de aprendizaje.
  • Estimular su autonomía: alrededor de los 4 – 5 años, ya pueden ser alentados a que escojan su propia ropa, se peinen solos y arreglen su cuarto.
  • Multiplicar el contacto con otros niños, invitando a sus amigos a casa.
    Si muestra signos de excesiva timidez, la interacción con otros niños en terapias de grupo puede ser beneficiosa.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Algunas preguntas frecuentes de mamás con bebés I

¿Por qué el bebé de mi hermana, que es de la misma edad que el mío, hace más cosas?

El ritmo de desarrollo de cada bebé – y de cada persona- es tan único y personal como ella misma. Por ejemplo se sabe que la aparición de los dientes puede iniciarse entre los cinco y los nueve meses, pero esto es un promedio. Algunos bebés inician este proceso antes, incluso hay bebés que nacen con uno o dos dientes, que en realidad no son sino calcificaciones en las encías que deben extraerse, porque no están suficientemente fijas y hay peligro de que el bebé las trague.

El proceso de dentición es muy largo; termina con la aparición de las muelas del juicio. Sabemos que estas muelas están en proceso de mutación o extinción y para algunas personas es necesario extraerlas, para otras no son molestas y hay quienes nacen sin ellas.

Nada de esto se puede cambiar… dentro del rango de lo normal, aceptamos con facilidad estas diferencias, aunque quizá fuese más conveniente que al bebé le salieran los dientes antes de las vacaciones para irnos tranquilos de viaje o que le salieran pronto para que ya pudiera masticar y no tuviésemos que hacer papillas o comidas especiales.

Esto mismo pasa con la mayoría de los procesos de crecimiento y aprendizaje, y es muy importante aceptar estas diferencias sin sobreestimular porque irritamos el sistema nervioso. También es muy importante no frenar, porque diminuimos la autoestima y el potencial personal. Lo conveniente es observar de cerca el progreso personal, estimular y motivas sin abusos. Se trata de reconocer y aceptar la distancia entre lo que queremos y lo que podemos.

Es igual de importante enseñar al bebé a descansar, a cultivar la calma y la paciencia, a estar tranquilo y no siempre en actividad física desgastante.

¿Cuál es la diferencia entre lo que mi bebé necesita y lo que quiere?
Cuando se habla de observar con atención para responder a las necesidades del bebé nos referimos exactamente a eso: el bebé puede necesitar proteínas, es decir, carne, pero él quiere un caramelo que en realidad no necesita, sino glucosa, pero no azúcar refinada con colorantes.

Durante la crianza habrá momentos en que debamos dar al bebé lo que necesita aunque no le guste (por ejemplo, una medicina o una vacuna) y también habrá momentos en que demos al bebé lo que quiere, sólo por el placer de compartir.

¿Qué son los límites contenedores? ¿Cómo se aplican?
Un límite contenedor es la aplicación correcta que hacemos los adultos de la ley, es decir, las reglas del juego. Hacemos esto porque por nuestra experiencia podemos predecir y controlar algunas cosas, entre ellas el peligro, porque los límites marcan el camino por seguir, porque favorecen la socialización y la convivencia, porque dan seguridad y porque enseñan.
Pero, hay muchas variable en la ley y lo límites: una ley es algo definitivo, no negociable, aunque no tenga explicación posible para un bebé que apenas empieza a balbucear o para un niño/a de 2 o 3 años de edad.

Una ley puede ser, como decíamos antes, “toma el antibiótico”, “déjate poner la vacuna”, “no juegues con cuchillos”, en fin, todo lo que tiene que ver con la seguridad física y psicológica del bebé.

Este tipo de ley para bebés y niños pequeños no se da con justificaciones nacidas de la culpa del adulto o con miedo al berrinche o a la pérdida de afecto o con larguísimos discursos incomprensibles que rebasan su capacidad de concentración. Esta ley se da de forma sencilla y contundente, con la seguridad suficiente para que sea aceptada o cumplida, aunque haya llanto de por medio.

El llanto es un lenguaje y debemos entenderlo así. Si me inyectan o me quitan un objeto brillante y atractivo, como puede ser el cuchillo, hay frustración o dolor y el llanto es una forma de expresarlo.

La ley, aunque a veces no guste a los niños, en el fonda da la seguridad de que el adulto sabe más y los cuida o los contiene.

De hecho, es más fácil aplicar la ley que poner límites porque una ley no se mueve y un límite sí. Un límite va cambiando de acuerdo con la situación, es flexible, negociable. Por ejemplo, es conveniente que el bebé se bañe todos los días a las 7pm, pero si hay visitas y está jugando con otros bebés, el baño puede esperar. Es conveniente que el bebé tome una siesta a media mañana, pero si estamos en medio de un paseo interesante, la siesta puede esperar. Es conveniente que el bebé tenga una dieta balanceada, pero si está en una fiesta, ese día la alimentación puede variar.

En realidad, los límites se apoyan n el sistema de actitudes del adulto y éste, a su vez, en la escala de calores y sentido de la ética del adulto.

No podemos exigir al bebé lo que no nos exigimos a nosotros mismos y tampoco podemos darle lo que no nos damos a nosotros mismo. Por ejemplo, si yo me respeto y reconozco en mí una seguridad personal y una autoestima adecuada, lo más probable es que de forma natural respete a mi bebé y reconozca en él aquellas conductas que favorecen su seguridad personas y su autoestima. Si soy un adulto curioso y explorador, lo más probable es que de forma natural estimule a mi bebé a explorar y curiosear.

Reconoceremos estas conductas en él porque las reconocemos primero en nosotros mismos y las disfrutamos.

El trabajo en el establecimiento de leyes y límites se hace en pareja. Los padres tienen que estar de acuerdo con las cosas que van a prohibir, las que van a permitir y las que van a promover. Esto es de suma importancia para la seguridad psicológica del bebé, la consistencia y la congruencia son la clave del éxito en la relación de la comunicación efectiva.

Algo más acerca de cómo se construye la seguridad personal: en el momento de la concepción, el microscópico óvulo fecundado se encuentra flotando en el universo que es el útero materno, el primer registro de seguridad que tenemos, aunque no lo recordemos de forma consciente, es cuando el óvulo fecundado flota por ese universo, pero no se pierde; se siente contenido porque choca contra las paredes del útero que lo contiene, es decir, el útero es el continente de seguridad de ese microscópico óvulo.

Así, poco a poco se va desarrollando el proceso de gestación, la placenta se adhiere al útero y el feto flota seguro dentro de este continente, del cual reconoce el espacio porque lo toca y es tocado por él.

Eventualmente, el espacio seguro de este primer continente se vuelve muy estrecho e incómodo y para que la vida y el desarrollo continúes no hay más remedio que salir de ahí en busca de un nuevo continente más amplio.

Este segundo continente ya no es tan concreto como el anterior, es simbólico. Es decir, se reconoce de distintas maneras, no solamente las fronteras concretas de las frazaditas y pañales que cubren al bebé, sino también a partir de los cuidados del adulto.

Cada vez que el bebé es tocado o acariciado, reconoce su cuerpo, sabe dónde empieza y dónde termina, distingue entre el frío y el calor, identifica así las fronteras kinestésicas de su cuerpo, pero a través de la voz del adulto identifica también las fronteras auditivas y los cambios de luz lo hacen identificar las fronteras visuales de este nuevo continente que pareciera ser u nuevo universo.

Poco a poco se va dando el proceso de diferenciación y, para que el desarrollo la vida siga, llegará el momento en que este continente sea demasiado estrecho y haga falta romper las fronteras para ir en busca de nuevas conquistas y de un nuevo continente de seguridad.

Algunas preguntas frecuentes de mamás con bebés II

¿Es cierto que los bebés manipulan?

Las conductas de manipulación con un mecanismo de adaptación al medio, son a veces el recurso que el bebé encuentra para sentirse seguro. Están íntimamente ligadas a la aplicación de leyes y límites contenedores.

Generalmente, las conductas de manipulación tienen que ver con la necesidad del bebé de tener al adulto cerca, es decir, son una llamada o demanda de atención que en la mayoría de los casos tienen que ver con la incongruencia o la inconsistencia de los adultos para imponer con claridad las leyes y límites. Por ejemplo, en el caso de la falta de congruencia, papá exige unas cosas y mamá otras, lo que provoca en el bebé es inseguridad, él va a tener que probar hasta dónde llega el límite de papá y el de mamá para sentirlo más claro. Cabe resaltar que con incongruencia básicamente nos referimos a “a veces sí o a veces no” de una conducta, ley o castigo.

El problema con las conductas de manipulación es que son destructivas para la relación de comunicación; se convierten en berrinches interminables, en luchas de poder entre el adulto y el bebé. Esto afecta a la seguridad de ambos, limita la posibilidad de un desarrollo hacia la independencia y la autosuficiencia.

En este caso, es el adulto quien debe recuperar su propia seguridad y debe aplicar la ley o el límite sin temor. Por otro lado, el bebé debe encontrar formas de pedir la atención del adulto que no sean autodestructivas y conforme vayan apareciendo en los tanteos experimentales del bebé, el adulto atento debe responder a ellas y reforzarlas. Por ejemplo, no esperar a acercarse a él cuando está jugando tranquilo y de forma autónoma y aprobar y compartir esta conducta.
¿Chupón o dedo?

Somos mamíferos, tenemos la necesidad de mamar y chupar durante los primeros años de vida y muchas veces desarrollamos conductas orales compensatorias para toda la vida, como fumar, mascar chicle, chupar paletas o dulces, etc. Entonces, esta necesidad debe ser satisfecha sin lugar a dudas.
Hay teorías interesantes y bien fundamentadas, aunque a veces entre ellas se contradicen, lo cual puede confundir a los padres. Algunas pueden afirmar que dejar al bebé chuparse el dedo no importa tanto porque de forma natural, el bebé encontrará algunas formas interesantes de usar sus manos y la necesidad de mamar habrá disminuido. Claro que esto sucederá de forma natural, si los adultos permitimos que así sea y no caemos en conductas incongruentes. Por ejemplo, “no importa que te chupes el dedo en casa, pero no lo hagas en casa de la abuela o de los primos”. Permitir al bebé chuparse el dedeo de este modo, en el fondo es muestra de inseguridad.
Por otro lado, algunos pediatras y dentistas aconsejan dar chupón porque son ortodónicos y no dañan el proceso de la aparición de los dientes. El problema del chupón no es darlo, sino quitarlo.
¿Quién o qué determina cuándo el bebé está listo para dejar su chupón?
Muchas veces este momento destruye la seguridad construida durante el tiempo que el chupón fue permitido y se disfrutó. Por ejemplo, el chupón funciona como calmante o pacificador, pero un buen día decidimos que ya es tiempo de no usarlo porque se puede convertir en una “fijación” o porque para entrar al nido no nos dejan llevar chupón o porque a los adultos nos da vergüenza que lo vean con chupón. Entonces, el chupón desaparece drásticamente, o suavizamos esta desaparición haciendo al bebé cómplice de ella: “tira tu chupón, wacala!, ya eres grande”. Esto no va hacer más que generar angustia en el bebé. Entonces ¿Para qué se lo dimos en un principio?

Si realmente damos el chupón convencidos de que queremos calma interior para el bebé y no silencio para nosotros, lo que sigue es tener paciencia hasta que el último chupón se agote y el proceso de desapego suceda de forma natural.

Cada bebé es distinto, de hecho, algunos no necesitan dedo ni chupón porque se quedan satisfechos con el pecho o con el biberón, por el contacto que se establece entre bebé-mamá/ papá a la hora de comer.

¿Cómo enseño a mi bebé a dejar el pañal y usar el baño?
Aprender a ir al baño es como cualquier otro aprendizaje significativo, es decir, debe nacer de la necesidad de quien aprende y no de quien enseña. En una relación creativa y de comunicación, corresponde al adulto observar y conocer al bebé para descifrar sus distintas necesidades durante el proceso de desarrollo y crecimiento.

Dejar el pañal es muy fácil si “saltamos” estas etapas de observación y esperamos a descubrir el momento de la necesidad y la madurez del bebé para ir al baño.
Es obvio – y a la vez compresible – que tengamos cierta prisa en inculcar este aprendizaje, pues nos es más fácil y cómodo que el bebé ya no use pañal. Además, existe mucha presión social en juego: hay nidos, guarderías, clases particulares, talleres, cursos de verano, etc. que serían de mucho beneficio para el bebé, pero no puede asistir si no ha dejado el pañal.

Por lo general, un bebé con un desarrollo adecuado esta listo, es decir, con los esfínteres maduros y madurez de la vejiga, entre los 18 y 22 meses de edad. A partir de los 18 meses podemos observar más detenidamente cómo esta orinando el bebé. Por ejemplo, muchas veces durante el día en pequeñas cantidades o permanece seco varias horas y hace pocas veces cantidades considerables de orina. Lo mismo ocurrirá con la defecación y en qué horario aproximado.

Es muy importante darnos cuenta si nuestro bebé sabe cuánto está orinando o defecando, por lo general, es más fácil observar cuando un bebé defeca y también para él es más fácil darse cuenta. Si el bebé ya está notando cuando ejerce estas funciones, es tiempo de que esta observación se vuelva compartida.
Al observar al bebe, le hago saber que doy cuenta de este nuevo descubrimiento, con el mismo entusiasmo e interés con el que responde habitualmente a sus nuevos aprendizajes y descubrimientos, ni más ni menos.

Se puede profundizar la comunicación si dejamos que el bebé se dé cuenta y observe cómo los papás y los hermanos también orinan y defecan. El bebé aprende muchas cosas por imitación, también dejar el pañal lo puede aprender por este medio con un poco de motivación, en el momento y el lugar adecuados y con el ejemplo de las personas con quien comparte su vida.

lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a ser bilingües, si nosotros no lo somos?

Los padres pueden ayudar a sus hijos en el aprendizaje de cosas que ellos no saben. Por ejemplo, si los padres hablan solo español, pero están deseosos de que sus hijos hablen inglés, pueden apoyar ese aprendizaje celebrando sus esfuerzos y animándoles.

El mayor riesgo para los niños que viven en los Estados Unidos en cuyos hogares se habla español no es que no lo desarrollen suficientemente.

El hábito de la lectura es de gran importancia para desarrollar un bilingüismo verdadero. Los padres pueden ayudar a desarrollar este hábito animando a los niños a leer mucho. Los padres deben llevar a sus hijos a la biblioteca, proporcionarles libros cada vez que sea posible, asegurarse de que tienen un lugar para guardar sus libros y enseñarles a cuidarlos bien y animarlos a que traigan a casa libros de la biblioteca de la escuela.

Deben también crear espacios y tiempo para que los niños lean con tranquilidad y sobre todo pedirles que les cuenten lo que han leído. Cuando los niños empiezan a leer en inglés, así se asegura que habrá un bilingüismo verdadero, balanceado, que los niños sabrán hablar de todos los conceptos en los dos idiomas.
* Adaptado del libro “Guía para madres y padres de niños bilingües”, escrito por Alma Flor Ada y Colin Baker en el año 2001

¿Cuáles son los factores más importantes para que un niño/a llegue a ser bilingüe?

Los niños nacen con la habilidad de llegar a ser bilingües o multilingües. Demasiados niños sufren la restricción de convertirse en monolingües.

El lenguaje es la base de la comunicación de la identidad. Necesitamos del lenguaje para comunicar información, crear relaciones, jugar juegos y contar cuentos, para hacer nuevos amigos y para colaborar en proyectos de grupo.

Algunos padres bilingües pueden preocuparse por la corrección de la gramática, la precisión del vocabulario, el no mezclar los dos idiomas y el poder traducir con exactitud. En cambio, lo más importante para que un niño llegue a ser bilingüe es hacer que su desarrollo del lenguaje sea una experiencia agradable y positiva. Los niños necesitan valorar sus dos idiomas, sus dos culturas y en forma sencilla, cobrar conciencia del valor de ser bilingüe y bicultural.

Los padres que convierten la adquisición de los dos idiomas en una cruzada, una fuente de conflictos, una serie de pequeñas crisis, o una competencia probablemente no consigan sus objetivos. Es posible que el niño aprenda dos idiomas, pero si el bilingüismo le resulta teñido de ansiedad, presión y correcciones constantes, no se ha logrado ningún triunfo verdadero.

Es importante que al niño se le estimule constantemente en su adquisición de los dos idiomas. Hay muchos modos sencillos de dar estímulo: una palabra de aliento, una felicitación, una caricia, contribuirán a desarrollar la autoestima lingüística del/a niño/a.

Un factor de suma importancia al criar a un niño/a bilingüe es el idioma que lo rodea. El jardinero no puede forzar a la semilla del lenguaje a germinar. Todo lo que el jardinero hace es crear las condiciones – buena tierra, sol, agua – para que germine. El desarrollo del lenguaje en los niños es como una planta tierna que necesita de mucho cuidado. Las investigaciones han demostrado que corregir al niño constantemente, hacerle ver sus faltas, no da buenas resultados. Lo que da buenos resultados es convertir el uso del lenguaje en algo agradable.

Esto no quiere decir que todo lo que se necesita es estímulo y alabanza. El jardinero del lenguaje también tiene que planear, que preparar el terreno, que fertiliza, y algunas veces arrancar las malas hierbas. El desarrollo del lenguaje puede ser lento. Habrá días difíciles en que la plantita tierna parecerá quedar estrangulada por la fuerza del idioma más fuerte o la presión de los amigos. Aunque no puedan forzar a la plantita a crecer, pueden ayudar a crear las condiciones para que crezca fuerte y saludable.

* Adaptado del libro “Guía para madres y padres de niños bilingües”, escrito por Alma Flor Ada y Colin Baker en el año 2001

lunes, 26 de octubre de 2009

Depresión en Población Migrante

"Los primeros momentos, todo era nuevo, donde estaba estudiando era bonito, tantos monumentos, ver tanta tradición, de repente veía mucha actividad... A mí me dijeron lo de la crisis de los seis meses. Me preguntaba: ¿qué estoy haciendo acá?, ¿para qué he venido?, ¿para qué estoy aquí?” (Inmigrante peruana)

Las depresiones que experimenta la mayoría de las personas durante el curso natural de su vida casi siempre se asocian con sentimientos de tristeza y soledad, así como con otros síntomas, como falta de energía, pérdida de interés en las actividades normales y otros.

Algunos de los síntomas más frecuentes asociados con la depresión son: dificultad para concentrarse, dormir poco o más de lo normal, sensación de desesperación, inutilidad o culpa, subir o bajar de peso anormalmente, inquietud o agitación y pensamientos suicidas o deseos de hacerse daño a sí mismo.
La migración es un fenómeno que por su propia naturaleza puede poner a las personas en mayor riesgo de padecer depresión leve o grave. El impacto de adaptarse a una cultura y ambiente nuevos puede hacer que los migrantes se sientan aislados y solos – aun cuando puedan vivir con familiares, amigos o gente nueva.

Es importante acotar que la migración por sí misma no es factor determinante de depresión en las personas, ya que esta problemática puede ser desencadenada por una o más razones además de la migración u otros tipos de estrés en la vida, entre los cuales están antecedentes de depresión en la familia, historias previas de depresión antes de migrar, enfermedades físicas y otros trastornos, pensamientos negativos sobre uno mismo, así como el uso o abuso de alcohol y otras drogas, incluyendo algunas medicinas.

Señales del “duelo migratorio”

Al igual que el resto de los duelos, no todo el mundo los vive de la misma manera, no en todas las personas tienen la misma intensidad, no todo el mundo pasa por las mismas vivencia. Esto depende de muchos factores: el estilo de afrontamiento, los rasgos de personalidad, las circunstancias contextuales, las redes sociales, etc.

Sin embargo, se han descrito una serie de circunstancias personales y sociales que, en conjunción, actúan como formas de predicción de duelo migratorio:
  • Desorientación temporal – espacial prolongada
  • Incomunicación con la población de origen y asilamiento
  • Dificultad para encontrar vivienda o vivir en condiciones insalubres o hacinados
  • Dificultad para establecer un ritmo de vida normalizado
  • Soledad, sentimiento de fracaso y de miedo
  • Sentimiento de tener que luchar para sobrevivir por estar sometido a condiciones de explotación o humillación.

Junto con la confluencia de los factores anteriormente señalados que actúan como predictores, habría que señalar algunas de las expresiones sintomáticas frecuentes cuando el duelo ya es manifiesto:

  • La tristeza. Es un estado de ánimo que tiene que ver con lo dejado atrás, con la dificultad para conseguir el proyecto migratorio.
  • El llanto.
  • La culpa.
  • La ansiedad está ligada a la lucha intensa por conseguir los objetivos propuestos, de igual manera está ligada al miedo por los peligros, discriminaciones e incertidumbres que se viven en torno a muchos procesos migratorios. La ansiedad también se refleja en torno al choque cultural y al grado de tolerancia a la frustración que tenga cada cual.
  • La irritabilidad está relacionada con la magnitud de las frustraciones a las que se debe hacer frente. La falta de autonomía, la falta de recursos económicos, las jornadas de trabajo inacabables pueden ser generadoras de irritabilidad.
  • Miedo, confusión y preocupación. El miedo está presente en buena parte del duelo migratorio, aparece y desaparece o se aminora. Los síntomas de confusión son frecuentes, sobre todo en los primeros momentos de estancia en el lugar de acogida. El hacer cosas diferentes, en lugares diferentes, con personas diferentes favorece la confusión. La pérdida de referencias ayuda en este proceso de confusión. Y las preocupaciones tienen que ver con el alto nivel de presión que se recibe.
  • El sentimiento de culpa. Corresponde con sentimientos de dejar abandonados a personas queridas. Los sentimientos de culpa se pueden avivar cuando la persona inmigrante toma contacto con esas personas víctimas del "abandono" y se produce algún tipo de reproche real o fabulado por el propio inmigrante. El sentimiento de culpa dificulta el disfrute en la sociedad de acogida, este sentimiento obstaculiza, limita, castra los momentos de diversión o alegría que se puedan dar, sobre todo en los primeros momentos de la estancia

Junto a lo ya señalado habría que destacar otras expresiones sintomáticas características:

a. La fatiga, el cansancio, falta de fuerza o incapacidad para seguir adelante.
b. La pérdida o aumento del apetito.
c. Dolores de cabeza frecuentes.
d. Las ideas de muerte y suicidio no son síntomas frecuentes, aunque en ocasiones son pensamientos recurrentes.
e. La sensación de soledad, aun en compañía. El crear nuevas relaciones supone el riesgo de generar arraigo y no siempre se está dispuesto a echar raíces, por cuanto esto supone negar o dificultar la posibilidad de volver, de regresar. Sin embargo, el establecer nuevas relaciones no resulta tan fácil. El problema del idioma, la pobreza de redes sociales, el desconocimiento de las maneras de "ser y estar" de la sociedad de acogida. La falta de los resortes fundamentales para establecer vínculos, especialmente la familia y los compañeros de trabajo, pueden generar una enorme sensación de soledad.
f. La alteración frecuente del sueño. Problemas para conciliar el sueño, el despertar precoz, el sueño entrecortado y jalonado de pesadillas son síntomas frecuentes en el duelo migratorio.
g. La pérdida de memoria es un síntoma poco frecuente y que en ocasiones se asocia a situaciones de estrés postraumático, en este caso, cuando el viaje migratorio es especialmente peligroso.
h. Los desajustes fisiológicos varios. Dolores gástricos, malestar intestinal, cansancio, hipertensión, vómitos, dolores musculares, amenorrea, ulceraciones, dermatitis, caída del pelo, muy asociados todos a factores de tensión y de depresión.

lunes, 19 de octubre de 2009

¿Qué es el “duelo migratorio”?

Al hablar de duelo migratorio, se utilizan distintas denominaciones para hacer referencia a la pérdida que sufren las personas que se ven abocadas a abandonar su ciudad/país y emigrar: "Síndrome de Ulises", "duelo migratorio", "mal del inmigrante", "síndrome del emigrante", "morriña", "melancolía", "nostalgia del extranjero", "el bajón de los seis meses", entre otros.

Este no es un fenómeno nuevo, es tan antiguo como el hombre mismo, en la medida que éste siempre se ha visto atrapado entre dos pulsiones polarizadas: la necesidad/deseo de conocer y explorar nuevos territorios y el deseo/necesidad de echar raíces y afincarse en los territorios conocidos.

En muchas ocasiones, antes de la partida el emigrante suele idealizar (o le idealizan) el destino. Pero al llegar, no todo es como se imaginaba. Se encuentra frecuentemente con condiciones difíciles de vida, con problemas para encontrar trabajo, problemas de regularización, de vivienda, del idioma, presiones externas, dificultades de adaptación, rechazo, exclusión, en fin. Todo esto dificulta la aceptación de la nueva situación y la integración del distanciamiento respecto de su lugar de origen.

Transcurridos los primeros momentos, aparece la nostalgia, generalmente acompañada de tristeza, llanto, cambios de humor, sentimientos de culpa, ideas de muerte y somatizaciones. El proceso migratorio es un cambio muy drástico. Todos los cambios están llenos de ganancias y pérdidas, de riesgos y beneficios.

Integrar las pérdidas requiere un proceso de reorganización interna. Este proceso de reorganización (duelo) no se resuelve sólo con conseguir un buen trabajo y una situación social estable. Sin duda, si los beneficios superan las pérdidas, el duelo resulta menos dificultoso, ya que habrá una tendencia a sopesar y reducir el sufrimiento con aquello que se está logrando.

En ocasiones el inmigrante sobredimensiona e idealiza el lugar de origen, cultivando una forma errónea de nostalgia como refugio y resistencia protectora frente a las agresiones del nuevo medio. No se trata de una conservación de las raíces, sino que el nostálgico retrasa la reestructuración de su nueva vida tanto más cuanto más prolonga sus duelos.

Si las circunstancias de acogida son favorables - integración social y académica o laboral -, la nostalgia de lo perdido se contrarresta con el logro de las metas, esto ayuda en el proceso re-estructurante. El individuo se siente dueño de su libertad y capaz de controlar su destino.

Sin embargo, cuando se prolongan las incertidumbres, la inseguridad, la nostalgia aflora de manera más viva debilitando el proyecto de asentarse en una tierra que le es completamente ajena. El proyecto del regreso se hace más presente y el sufrimiento del día a día se hace más insoportable.

Para ningún duelo es recomendable el olvido y ocurre lo mismo para el duelo migratorio. La elaboración de los duelos se caracteriza por un equilibrio entre la asimilación de lo nuevo y la reubicación de lo dejado atrás. Es un proceso complejo de elaboración, de integración, no exento de dolor y de sufrimiento.

El duelo migratorio no es un tipo de duelo único, sino que cada persona lo vive de manera distinta. Influyen muchos factores: los recursos personales de cada cual, las redes sociales de apoyo, el nivel de integración social, las condiciones de vida y las condiciones dejadas atrás.

Características del “duelo migratorio”

1. Es un duelo parcial, recurrente y múltiple
Es un duelo parcial en tanto que el "objeto" de la pérdida no desaparece como tal y para siempre, sino que existe la posibilidad de reencuentro. Las pérdidas del inmigrante son amplias y reducidas al mismo tiempo. Amplias, ya que la inmigración trae pérdidas de todo tipo. Reducidas, ya que el alcance no es de muerte en sí misma.

Las pérdidas de la inmigración no son tan claras, completas o irrevocables, sino que se trataría de una "pérdida ambigua". En este caso, el objeto del duelo (el lugar de origen) no desaparece, no se pierde propiamente para el individuo, pues permanece donde estaba y es posible contactarlo e incluso volver a él. Se trataría, pues, más de una separación que de una pérdida definitiva en sí misma.

Realmente el duelo migratorio es una separación en el tiempo y el espacio del lugar de origen donde (según las circunstancia) cabe la posibilidad del reencuentro temporal o definitivo. Es un duelo recurrente, con gran facilidad para reactivarse. Esta dimensión incorpora una enorme complejidad al proceso de elaboración, ya que el duelo siempre se está reabriendo: el contacto telefónico, Internet, los viajes esporádicos, la llegada de paisanos hacen que el vínculo se reavive.

Más recurrente se vuelve el duelo cuando las circunstancias en el lugar de destino no marcha bien, es muy común que aparezca la "fantasía del regreso”, tanto más fuerte cuanto más contactos recurrentes.

Es un duelo múltiple, se pierden muchas cosas a la vez, todas valiosas, importantes, significativas:

a. El duelo por la familia y los amigos
b. El duelo por la lengua
c. El duelo por la cultura: Se siente una pérdida por aquellos hábitos, valores, formas de vida conocidas.
d. El duelo por la tierra: Este tipo de duelo entiende la "tierra" en sentido amplio: los paisajes, los colores, los olores, la luminosidad.
e. El duelo por el nivel social
f. El duelo por la pérdida del proyecto migratorio: El no poder llegar a conseguir los objetivos por los cuales emprendieron el viaje es un factor desestabilizador, a la vez que estresante y que llena de culpa.
g. El duelo por no poder regresar: El sentimiento y el deseo de volver siempre está, no se abandona nunca. Para los que pueden regresar, esa visita momentánea no siempre satisface el deseo de volver (en algunos casos ese reencuentro y la nueva marcha se vive como otra verdadera pérdida y un reinicio del duelo).

2. Se vive en ambivalencia
Es posible que el inmigrante vaya desarrollando su proyecto migratorio. Los logros, los éxitos parciales resultan reconfortantes, no obstante, en ocasiones producen emociones contradictorias: alegría-tristeza; logros-desesperanza; ausencia-presencia. El inmigrante vive entre la adhesión y la resistencia hacia el lugar de acogida.

Así mismo, es frecuente que se idealice el lugar de origen o bien sienta rabia por haber tenido que marchar, por no ofrecerle las condiciones necesarias para su desarrollo. La ambivalencia entre el origen y el destino puede ser continua; ésta puede estar presidida por emociones diversas: frustración, añoranza, enfado, deseo.

3. El duelo migratorio no solo lo sufre quien emigra, sino también los que se quedan
Los que se quedan en el lugar de origen notan la ausencia de quien se marchó, viven la separación de manera dolorosa. La comunicación intermitente reaviva el dolor. La fantasía del regreso, del reencuentro, del reagrupamiento aviva y prolonga los duelos.

4. El duelo migratorio afecta a la identidad
Todos los duelos generan cambios en la identidad del sujeto. Si el duelo se elabora correctamente la persona crece, se enriquece, incorporando un gran repertorio de habilidades, recursos y vivencias que le ayudan para cuando se presenten nuevos duelos. Además estos aprendizajes le sirven para conectar con otras personas en duelo y poder orientarlas o al menos saber comprenderlas.

Entendemos por identidad, el conjunto de autorepresentaciones que permiten que el individuo se sienta, por una parte, como semejante y perteneciente a determinadas comunidades de personas y, por otra parte, diferente y no perteneciente a otras.

La identidad se adquiere en una combinación de lo espacial, lo temporal y lo grupal. En estos tres elementos la migración afecta profundamente. La identidad es siempre un proceso inacabado, es una construcción constante, ésta surge de la asimilación exitosa. Si se consigue elaborar adecuadamente el duelo migratorio, se ha construido una nueva identidad más compleja y más rica.

No tiene por qué ser antagónica con la identidad previa al proceso migratorio, si bien en muchas ocasiones no es reconocida (o con apreciables diferencias) por los paisanos al regresar. Ese enriquecimiento de la identidad es un signo de elaboración del duelo.

5. El duelo migratorio conlleva a conductas infantiles
El proceso migratorio se está sometido a un sin fin de cambios y adaptaciones. Es frecuente sentirse abrumado e inseguro. Las conductas regresivas o infantiles expresan una búsqueda de apoyo y ayuda.

Las conductas regresivas más frecuentes son: dependencia, comportamiento sumiso, quejas y protesta infantil ante situaciones de frustración y dolor. Estas regresiones no se deben confundir con incapacidad o debilidad, sino como reacción a una fuerte presión, tensión y estrés ambiental.

lunes, 12 de octubre de 2009

¿Ser universitario es un factor de riesgo para el bienestar emocional?

Es una meta de la adolescencia llegar a elaborar una identidad propia, parte de esto es encontrar una profesión que ayude a la definición personal y permita un tránsito adecuado hacia el mundo adulto. Sin embargo, estudios realizados en estudiantes universitarios de Lima demostrarían que ésta población tiende a ser más vulnerable a ciertos factores psicológicos de riesgo.


El estudio “Características sociodemográficas y niveles de depresión en estudiantes ingresantes a la UNMSM a través de la escala CES-D” (Riveros, 2003) arrojó que de una muestra 382 alumnos el 40% está propenso a desarrollar un cuadro depresivo. Así mismo, Amézquita y cols (2003) evaluaron una muestra de 625 estudiantes de diferentes programas académicos encontrando una prevalencia del 49,8% para depresión, 58,1% para ansiedad y 41% para ideación suicida.

En este segundo estudio, las asociaciones para depresión y ansiedad que resultaron estadísticamente significativas fueron: sexo femenino, pérdidas afectivas, insatisfacción con la carrera, dificultades en las relaciones con compañeros y docentes, responsabilidades académicas y comportamiento suicida.

Así mismo, en los estudiantes universitarios la depresión puede constituir un problema importante, pues al malestar psicológico del individuo se agrega la imposibilidad de obtener un rendimiento académico satisfactorio, ya que las funciones cognoscitivas quedan alteradas.
Varios estudios indican que la frecuencia de los cuadros depresivos es mayor en la población estudiantil que en la general. Entre los factores sociales externos que tienen mayor incidencia para generar depresión en universitarios se encuentra el elevado costo de los estudios y un mercado laboral muy limitado.

Así mismo y sin precisar cifras, es por todos conocidos el incremento en las tasas de depresión, suicidios, hogares desintegrados, violencia intrafamiliar y drogadicción en sus diferentes modalidades. A esto se le suma, en nuestro país, la situación de desarraigo cultural por el que pasan muchos de los adolescentes al venir a Lima para llevar a cabo sus estudios universitarios.
Es sabido que toda persona reacciona ante cualquier cambio importante de la vida; pero cuando estas reacciones alcanzan determinado grado de impacto y no son resueltas por los canales adecuados, propios de una personalidad madura, pueden considerarse como trastornos emocionales.

Existen grupos de personas que son más vulnerables, entre ellos se encuentran los adolescentes, en quienes aparecen otras formas de conducta y se expresan como problemas de relaciones familiares, sociales, sexuales, académicas y de trabajo.

Es muy importante que los padres o cuidadores estén muy atentos a aquellos cambios de ánimos, actitud o motivación de sus jóvenes hijos para que puedan conversar con ellos y/o pedir la asesoría de un especialista.
RIVEROS Q., Marcelino, HERNANDEZ V., Héctor e RIVERA B., José. Niveles de depresión y ansiedad en estudiantes universitarios de Lima metropolitana. Rev. Investig. Psicol. (Online), jun. 2007, vol.10, no.1, p.91-102. ISSN 1609-7475.