¿Es cierto que los bebés manipulan?
Las conductas de manipulación con un mecanismo de adaptación al medio, son a veces el recurso que el bebé encuentra para sentirse seguro. Están íntimamente ligadas a la aplicación de leyes y límites contenedores.
Generalmente, las conductas de manipulación tienen que ver con la necesidad del bebé de tener al adulto cerca, es decir, son una llamada o demanda de atención que en la mayoría de los casos tienen que ver con la incongruencia o la inconsistencia de los adultos para imponer con claridad las leyes y límites. Por ejemplo, en el caso de la falta de congruencia, papá exige unas cosas y mamá otras, lo que provoca en el bebé es inseguridad, él va a tener que probar hasta dónde llega el límite de papá y el de mamá para sentirlo más claro. Cabe resaltar que con incongruencia básicamente nos referimos a “a veces sí o a veces no” de una conducta, ley o castigo.
El problema con las conductas de manipulación es que son destructivas para la relación de comunicación; se convierten en berrinches interminables, en luchas de poder entre el adulto y el bebé. Esto afecta a la seguridad de ambos, limita la posibilidad de un desarrollo hacia la independencia y la autosuficiencia.
En este caso, es el adulto quien debe recuperar su propia seguridad y debe aplicar la ley o el límite sin temor. Por otro lado, el bebé debe encontrar formas de pedir la atención del adulto que no sean autodestructivas y conforme vayan apareciendo en los tanteos experimentales del bebé, el adulto atento debe responder a ellas y reforzarlas. Por ejemplo, no esperar a acercarse a él cuando está jugando tranquilo y de forma autónoma y aprobar y compartir esta conducta.
¿Chupón o dedo?
Somos mamíferos, tenemos la necesidad de mamar y chupar durante los primeros años de vida y muchas veces desarrollamos conductas orales compensatorias para toda la vida, como fumar, mascar chicle, chupar paletas o dulces, etc. Entonces, esta necesidad debe ser satisfecha sin lugar a dudas.
Hay teorías interesantes y bien fundamentadas, aunque a veces entre ellas se contradicen, lo cual puede confundir a los padres. Algunas pueden afirmar que dejar al bebé chuparse el dedo no importa tanto porque de forma natural, el bebé encontrará algunas formas interesantes de usar sus manos y la necesidad de mamar habrá disminuido. Claro que esto sucederá de forma natural, si los adultos permitimos que así sea y no caemos en conductas incongruentes. Por ejemplo, “no importa que te chupes el dedo en casa, pero no lo hagas en casa de la abuela o de los primos”. Permitir al bebé chuparse el dedeo de este modo, en el fondo es muestra de inseguridad.
Por otro lado, algunos pediatras y dentistas aconsejan dar chupón porque son ortodónicos y no dañan el proceso de la aparición de los dientes. El problema del chupón no es darlo, sino quitarlo.
¿Quién o qué determina cuándo el bebé está listo para dejar su chupón?
Muchas veces este momento destruye la seguridad construida durante el tiempo que el chupón fue permitido y se disfrutó. Por ejemplo, el chupón funciona como calmante o pacificador, pero un buen día decidimos que ya es tiempo de no usarlo porque se puede convertir en una “fijación” o porque para entrar al nido no nos dejan llevar chupón o porque a los adultos nos da vergüenza que lo vean con chupón. Entonces, el chupón desaparece drásticamente, o suavizamos esta desaparición haciendo al bebé cómplice de ella: “tira tu chupón, wacala!, ya eres grande”. Esto no va hacer más que generar angustia en el bebé. Entonces ¿Para qué se lo dimos en un principio?
Si realmente damos el chupón convencidos de que queremos calma interior para el bebé y no silencio para nosotros, lo que sigue es tener paciencia hasta que el último chupón se agote y el proceso de desapego suceda de forma natural.
Cada bebé es distinto, de hecho, algunos no necesitan dedo ni chupón porque se quedan satisfechos con el pecho o con el biberón, por el contacto que se establece entre bebé-mamá/ papá a la hora de comer.
Si realmente damos el chupón convencidos de que queremos calma interior para el bebé y no silencio para nosotros, lo que sigue es tener paciencia hasta que el último chupón se agote y el proceso de desapego suceda de forma natural.
Cada bebé es distinto, de hecho, algunos no necesitan dedo ni chupón porque se quedan satisfechos con el pecho o con el biberón, por el contacto que se establece entre bebé-mamá/ papá a la hora de comer.
¿Cómo enseño a mi bebé a dejar el pañal y usar el baño?
Aprender a ir al baño es como cualquier otro aprendizaje significativo, es decir, debe nacer de la necesidad de quien aprende y no de quien enseña. En una relación creativa y de comunicación, corresponde al adulto observar y conocer al bebé para descifrar sus distintas necesidades durante el proceso de desarrollo y crecimiento.
Dejar el pañal es muy fácil si “saltamos” estas etapas de observación y esperamos a descubrir el momento de la necesidad y la madurez del bebé para ir al baño.
Es obvio – y a la vez compresible – que tengamos cierta prisa en inculcar este aprendizaje, pues nos es más fácil y cómodo que el bebé ya no use pañal. Además, existe mucha presión social en juego: hay nidos, guarderías, clases particulares, talleres, cursos de verano, etc. que serían de mucho beneficio para el bebé, pero no puede asistir si no ha dejado el pañal.
Por lo general, un bebé con un desarrollo adecuado esta listo, es decir, con los esfínteres maduros y madurez de la vejiga, entre los 18 y 22 meses de edad. A partir de los 18 meses podemos observar más detenidamente cómo esta orinando el bebé. Por ejemplo, muchas veces durante el día en pequeñas cantidades o permanece seco varias horas y hace pocas veces cantidades considerables de orina. Lo mismo ocurrirá con la defecación y en qué horario aproximado.
Es muy importante darnos cuenta si nuestro bebé sabe cuánto está orinando o defecando, por lo general, es más fácil observar cuando un bebé defeca y también para él es más fácil darse cuenta. Si el bebé ya está notando cuando ejerce estas funciones, es tiempo de que esta observación se vuelva compartida.
Al observar al bebe, le hago saber que doy cuenta de este nuevo descubrimiento, con el mismo entusiasmo e interés con el que responde habitualmente a sus nuevos aprendizajes y descubrimientos, ni más ni menos.
Se puede profundizar la comunicación si dejamos que el bebé se dé cuenta y observe cómo los papás y los hermanos también orinan y defecan. El bebé aprende muchas cosas por imitación, también dejar el pañal lo puede aprender por este medio con un poco de motivación, en el momento y el lugar adecuados y con el ejemplo de las personas con quien comparte su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario