lunes, 16 de noviembre de 2009

Quitándonos la timidez!

Si bien es cierto, todos nacemos con un temperamento, es decir, una parte de nuestro complicado coctel de ADN, de alguna manera, nos programa a ser más o menos rabiosos, dolentes, alegres, agresivos, demandantes, etc.

En el caso específico de la extroversión – introversión, nos referimos a este dúo como “polaridades”, es decir, ambas son parte del mismo continuo. Con esto, se quiere aclarar la idea de que todos somos introvertidos y extrovertidos solo que en cada caso los porcentajes son diferentes, por lo que tenderemos más a una u otra polaridad.

Ante esto, si uno quiere incrementar su porcentaje de extroversión puede aprender diferentes estrategias para comportarse de forma más abierta, aun cuando es probable que siempre exista mayor tendencia a preferir actividades solitarias o con pocos amigos, sin que esto signifique que se tratarse de una persona tímida o retraída.

Así mismo, un niño extrovertido, puede mostrarse cohibido cuando no se siente seguro, está en un ambiente desconocido con personas nuevas, hasta que poco a poco se va adaptando y conociendo todo lo nuevo, con lo que se va sintiendo más seguro.

¿Qué lleva a un niño normal a retraerse?
Muchos niños pequeños se muestran tímidos en algún momento de su desarrollo. El pequeño siente vergüenza por cualquier cosa, es retraído, le cuesta entablar amistades y no expresa sus emociones. La timidez es más frecuente en dos etapas del desarrollo del niño:
  • Hacia los 8 meses, muchos bebés se muestran temerosos hacia los desconocidos. Es la famosa "crisis de los 8 meses".
  • Hacia los 4-5 años aparece la timidez relacionada con la auto-observación: el niño toma conciencia de sí mismo como un ser social expuesto a las críticas de los demás.

En estos casos, es importante no sobreproteger al niño, ya que unos padres dominantes y sobreprotectores, por lo general, forman adultos con personalidades temerosas e inseguras.

Conforme van creciendo, los niños pueden portarse de manera retraída debido al miedo al fracaso. Cuando un niño se siente poco habilidoso en determinada materia –relaciones sociales, estudios, deporte, etc– suele anticipar el fracaso, lo que le lleva a evitar la actividad relacionada, ya que a nadie le gusta fracasar en lo que intenta. Cuando los sentimientos de inferioridad son generalizados, puede mostrarse retraído en todos o muchos aspectos de su vida.

En líneas generales, un comportamiento muy retraído podría ocultar falta de seguridad y confianza en uno mismo. Por eso, es conveniente buscar las posibles causas y estimular al niño para que consiga fortalecer su autoestima.

Estrategias para reforzar la confianza
Darles responsabilidades que vayan de acorde con su edad y capacidades: Pedirle poco favorece la creencia de que no se le tiene suficiente confianza para llevar a cabo una tarea. Por otro lado, exigirle demasiado supone que, con frecuencia, se encuentre con el fracaso. Tratar de motivarlo a hacer una tarea, sin forzarlo.

  • Alabar sus logros: Nunca hay que dar por sentado que los niños saben lo orgullosos que estamos de ellos.
    Quitar importancia a los fracasos: Así estará motivado a seguir y no rendirse.
  • Enseñarle el autoreforzamiento. Los pensamientos positivos sobre lo que uno mismo puede lograr son muy importantes para la autoestima. Una manera de enseñarle a tener este tipo de pensamientos es diciendo en voz alta comentarios como “que bien he trabajado hoy”, “que rica me ha salido la comida” o “estoy feliz porque cada vez manejo mejor la computadora”.
  • Evitar las odiosas comparaciones y reforzar la idea de que todos somos únicos y tenemos nuestros propios de tiempos de aprendizaje.
  • Estimular su autonomía: alrededor de los 4 – 5 años, ya pueden ser alentados a que escojan su propia ropa, se peinen solos y arreglen su cuarto.
  • Multiplicar el contacto con otros niños, invitando a sus amigos a casa.
    Si muestra signos de excesiva timidez, la interacción con otros niños en terapias de grupo puede ser beneficiosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario