lunes, 22 de febrero de 2010

Amigos con derecho a….

Todo está bien claro: son amigos, nada más. Sin embargo, de vez en cuando, o quizás a menudo, la cosa toma un matiz diferente porque el sexo y la pasión entran en escena.

Han decidido de manera consciente y con gran seguridad, mantener una relación de amistad y de sexo. Son amigos, se caen bien, se ríen y disfrutan estar juntos. El sexo no es sino otra forma de disfrutar de su compañía y afinidad. No hay compromiso alguno. Todo está bien claro, han hablado de ello y las cosas no se prestan a ambigüedades.

Una sociedad que valora la independencia y la fomenta, capitalista y competitiva, donde habitualmente convergen el estrés y la cualificación, y donde el bienestar y el ocio son valores máximos, es el caldo de cultivo perfecto para este tipo de relaciones.

A pesar de su popularización, este tipo de vínculos cargan con un gran cúmulo de mitos y creencias que no siempre son ciertas. La naturaleza de una relación depende de la actitud que los integrantes manifiesten y no tanto del tipo de lazos que los unan. Algunos mitos son:

Estas relaciones son poco profundas: Debemos tener en cuenta que ambas personas se conocen y se aprecian, saben lo que les gusta y están de acuerdo en mantener una relación de este tipo. La sexualidad es, a menudo, una forma perfectamente lícita, para disfrutar de su amistad y conocerse con mayor profundidad.

Estas parejas se dejan llevar únicamente por la impulsividad y desenfreno: Las cosas están sobre la mesa, todo está claro entre los dos y es fruto de una decisión madura y consciente.

Su origen se encuentra en un miedo al compromiso: Comprometerse es tomar una decisión que habitualmente supone un gran cambio en la vida. Tomar estas decisiones a la ligera y sin estar preparado es inconveniente e incluso irresponsable.

Una relación de este tipo es siempre insatisfactoria: No tiene porqué, ya que se basan en un conocimiento de la otra persona y el respeto mutuo.

¿Qué ventajas tienen?
Hemos dicho que estas relaciones son un fruto de nuestra sociedad y de nuestra época, por ello las ventajas que presentan están íntimamente ligadas a la adecuación a su situación y las exigencias de su entorno. Estas personas valoran su independencia y actúan en consecuencia. Aprecian profundamente sus estudios y su trabajo, por lo que no creen conveniente limitar su desempeño ante las exigencias de una relación más tradicional.

¿Y las dificultades?
Las personas no somos máquinas. Por muy claras que estén las cosas siempre somos susceptibles a fuertes afectos o irracionalidades. Visto esto, las dificultades más frecuentes son:

La aparición de una tercera persona, ya que supone la necesidad de redefinir la relación. Es necesario volver a consensuar para integrar lo que uno y otro quieren, lo que entienden y lo que sienten.

Uno de ellos quiere "algo más". La intimidad predispone hacia el compromiso. En una relación de este tipo, la amistad, la satisfacción sexual, la diversión y la ternura, empujan con fuerza hacia la estabilidad y el contrato.

Los demás presionan. Es posible que familia, amigos y compañeros de trabajo, no vean con buenos ojos esta relación. La presión social puede generar ansiedad y desagrado, que en todo caso repercutirán de forma negativa sobre la amistad y la satisfacción de los implicados.

No todo está claro. A pesar de todo lo hablado, siempre quedan pequeñas ideas, expectativas o afectos, que no están bajo control y que a la larga pueden desembocar en desengaños o disgustos. Y es que no nos han educado para esta forma de vida.

Tanto la sexualidad como los vínculos que cada persona forme en su vida pueden ser múltiples y diversos. Sin embargo, no se debe perder de vista el respeto y cuidado hacia uno mismo y hacia los demás.

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