domingo, 15 de marzo de 2009

Cuando mi bebé nació

El 18 de noviembre de 1996 al medio día, el doctor entro a mi cuarto y me dijo: “tiene que levantarse para ver a su bebe”. Me entregó un niño que se movía mucho al cual debía de cambiarle el pañal y rompí a llorar. Estaba muy asustada, llore cuando le di el biberón, llore cuando le cambie el pañal y llore cuando le cambiaba la ropa.

No sabía cómo hacer para que se calmara y no quería cargarlo para no mal acostumbrarlo, no sabía cómo luchar contra las ganas de tenerlo todo el tiempo en mis brazos, pero sabía que si lo tenía así, luego me iba costar mucho dejar de cargarlo sin que llore.

Cuando mi bebe iba creciendo a veces no sabía qué hacer, quería hacer otras cosas propias de la edad que tenía yo en ese momento, pero se va priorizando, y dentro de uno va creciendo un sentimiento muy fuerte, las emociones cambian y alegran cosas que parecen simples. Recuerdo su primera palabra: té; era alérgico a la lactosa, no podía tomar leche, y aunque tomaba una leche sin lactosa no le gustaba y prefería tomar té.

Como mi carácter es muy alegre jugábamos mucho y a veces no habían muchos limites, jugábamos hasta tarde con sus legos o jugábamos muchas horas, cuando empecé a mirar que sus gritos dominaban a todos en la casa me di cuenta que no quería eso para él. Ahí empecé a enseñarle a comer sentado en su silla de comer, a dormir a la hora establecida en la que todos duermen, a que no se levanta la mano y me dolía el corazón cuando le decía que no, por que ponía una cara muy triste, hacia puchero y lloraba, pero quería que fuera un niño bueno al que todos amen.

Cuando empezó el colegio me daba miedo que vaya solo, quería ir con él porque pensaba que su mundo era yo, ahora que tiene casi 12 años veo con claridad que poco a poco empezó a tener otro mundo, a hacer cosas que no sé y a reírse de cosas que no conozco. Siento miedo de que crezca y se enfrente a tantas situaciones nuevas, pero solo puedo ayudarlo y cuidarlo para que sea un adolescente sano, bueno y feliz.

Seguimos creciendo juntos, yo siento que crecí como madre, aprendí de él y él de mi, su necesidad de saberlo todo a veces me desesperaba porque no tengo mucha paciencia, pero él aprendió que no la tengo y es más calmado. Con el tiempo comprendí que debo dejar de hacer algunas cosas para estar con él y eso me hace sentir bien, soy paciente conmigo y acepto que no puedo hacerlo todo a la vez sin perderme de verlo crecer.

Aprendí a decir que no a muchas cosas que yo si hice de niña y diré que no a futuro a cosas que yo también hice de adolescente, porque ahora me doy cuenta cuales eran las razones por las cuales mi madre me decía que no: amor y cuidado.

Quiero que este bien, feliz, seguro, trato en la medida de lo posible de hacer algo que no hicieron conmigo y es explicarle por qué no, porque no se sale solo a la calle, porque no se ve televisión hasta tarde, porque no se va al colegio con otro tipo de ropa que no sea el uniforme, etc. Quiero que aprenda a respetar las normas de la casa y el colegio para que siempre le sirvan de base, así poco a poco aprenderá cuales son los límites que debe tener para saber quién y cómo es.

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